parte 24

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No daba señales el señor Lee.

Estaba fuera del edificio esperando que llegara, ya tenía más de una hora ahí pero tengo esperanza de que aún vendrá. Buscaba distraerme con cualquier cosa. Vi un chico, con el mismo uniforme que yo estaba frente a mí, mirándome fijamente. Es extraño. Se está acercando. Cielos, de verdad lo está haciendo.

-¿Estás bien?-

-Eh...-

-Lo siento por no presentarme. Soy Minho. - tiene una sonrisa tan linda. - ¿Estás esperando a alguien? Llevas mucho tiempo aquí.-

-Sí, estoy esperando a alguien. He intentado llamarlo pero no contesta.- me sentía decaída y cansada, fue un día pesado.

-¿Vives muy lejos? Podría llevarte si deseas.- ah, que lindo. ¿Debería aceptar? -

-No quisiera molestar.-

-En lo absoluto.- ¿Estaría bien? Acabo de conocerlo, podría llevarme a otra parte y... Ah, no, no debería dudar así, se ve que es buena persona y ya me cansé de esperar al señor Lee. Quiero descansar.

-De acuerdo.-

Tenía chófer. Con sólo eso comencé a pensar que tiene dinero.

Mis ojos pesaban y se cerraban continuamente. Intento resistir. Minho intenta hablar conmigo pero no me sentía bien para hacerlo, quiero dormir, es todo. Siento que mi celular emite un sonido, probablemente sea el señor Lee pero me reservo a querer ver, siento que será de mala educación. Además, estoy molesta con él.

Ah, no va parar.

Por suerte ya habíamos llegado al departamento.

-Gracias, Minho.- le sonrío amable.

-Descuida. Hum, sabes, desde antes te habia visto pero no sabía cómo acercarme, ¿podemos vernos mañana? - woah, supongo que será un nuevo amigo.

-Claro.-

Finalmente entro al departamento y por un instante deseé que el señor Lee no estuviera. Quería estar sola pero vaya sorpresa me llevé.

Sí, se veía molesto, como si fuera a durar de esa manera los próximos meses. ¿Debería hablarle? No, claro que no, no merece ni siquiera un saludo. Fui a la habitación, quería ponerme ropa cómoda. Y mientras abría los últimos botones de mi camisa el señor Lee abre la puerta bruscamente. Toma mis hombros para girar mi cuerpo.

Lo odio.

-¿Por qué no me esperaste? Creí que te había pasado algo, no contestabas mis mensajes.- no sé cómo sentirme al respecto, se ve atractivo molesto. No, resiste un poco. -

-Llevaba más de una hora esperando por usted, ¿acaso se olvidó de mi? ¿qué estaba haciendo? - silencio. Un pequeño silencio que no duró mucho. Seguramente estaba pensando qué decir cuidadosamente.-

-Arreglaba unos asuntos.- claro.

-Me imagino qué asuntos.-

-No esperaba que fueras tan fácil como para que un extraño te trajera a casa.- eso dolió. Pasó la maldita línea. Se está volviendo insoportable.

-¿De verdad piensa eso?- cielos, las lágrimas querían salir. No debo verme débil.

-Yo no...-

-¡Muerase! -

Me encerré en el baño, creo que fue lo suficiente como para que el señor Lee usara la llave y la abriera. Ah, ya no me deja estar sola tan siquiera un poco de tiempo.

Se acerca a mi, como si lo intentara hacer con delicadeza, se pone de rodillas frente a mí. Yo estaba sentada en el retrete, seguía molesta. Pero su acto me ablandó el corazón.

Acaricia mis piernas, es muy dulce mientras lo hace.

-Lo siento, amor. Por todo. Por hacerte esperar, por decirte eso, por existir si es necesario.-

-¿De verdad cree eso de mi?-

-Claro que no, amor. Sólo me sentía...- soltó un suspiro. -Te amo. Mucho, mucho.- repartía besos por todo mi rostro. Tomó mi mano para salir del cuarto de baño. Aún tenía puesta la camisa del uniforme, la retiró y me entregó una pijama.

Silencio y más silencio.

El señor Lee hizo la cena, el silencio aún sigue. No sé qué decir realmente. Tomo un bocado de la comida y como lo esperaba, estaba delicioso, tiene un increíble sabor. Sigo comiendo sin mirarlo, en este momento me siento intimidada, como si verlo me fuera prohibido.

-¿Qué pasa?- deja los utensilios para verme fijamente. Cielos, creo que necesitaremos ayuda.

-No lo sé. Lo siento extraño.-

-¿A qué te refieres?-

-Hum...- juego un poco con la comida, dejé de hacerlo cuando su mano tocó la mía. -Siento que... Me oculta algo.-

-¿Ocultar? Te equivocas, amor.- sonríe levemente. Se levanta de su asiento y viene a mi, envuelve mi mano en la suya y me lleva al cuarto. ¿Pretende algo? No me dió buena espina.

Me besa. Me besa de manera diferente a otras veces, no siento amor y dulzura, sólo deseo y exitación de su parte. Oh ¿pretende que lo hagamos hoy? No me he preparado pero... cierto, le dije que lo hiciera sin avisarme. Ah, que idiota soy.

Sus manos bajan a mis glúteos y los aprieta, no me gustó, los besos que me da no me gustan. Prefiero los otros pero no diré nada.

Incita a que me acueste y lo hago sin reprochar, me dejo llevar, no hablo, no digo nada, no me pongo, sólo acepto lo que hace y lo que hará conmigo. Esta vez no diré que no.

Desabrocha mi pijama, dejando a la vista mis pechos, reparte besos en mi cuello, después en mis hombros y por último en esas bolitas de grasa que odio. Por un momento no me quejé de tenerlas. Sentí extraño cuando las tocó y apretó, un leve placentero, sensaciones extrañas que no había sentido antes, pero me gustó, supongo. Retira mi sostén, intento cubrirme pero aparta mis manos. Me siento nerviosa, muy nerviosa, creo que tengo miedo de... Todo.

No sé dónde colocar mis manos así que no ví de otra que ponerlas en su pecho, específicamente en esos bultos que se sienten firmes, pectorales me imagino. Por un momento dejé de temblar, mi estómago igual y tomé el atrevimiento de apretar las un poquito, creo que tengo mi debilidad. Lo escuché reír mientras hunde su cara en los míos, acaricio su cabellera un momento. Ah, creo que esto sí me gusta.

Me sentía más ligera al momento de ver qué ya no siguió. O eso creí.

Los besos y las caricias bruscas volvieron acompañados con movimientos de cadera, se sentía bien, creo que es una de las pocas cosas que me agradó. Pero lo siguiente no tanto. Metió su mano dentro de mi pijama, dentro de mi ropa interior. Extraño, fue extraño para mí. Quería parar, detenerlo, decirle que no pero... no lo hice.

Respira. Respira hondo.

Cerré los ojos intentado disfrutar eso. Difícil, difícil. ¿Por qué no lo hago? ¿Qué debo hacer ahora?

Detenerlo.

No, no, eso no. Si lo hago tal vez...

Veo que desabrocha su cinturón junto al pantalón de vestir. Entro en pánico, mi cuerpo empieza a temblar, mi corazón palpita más fuerte como si quisiera salirse.

...

Sun ° Lee Dong Wook °Où les histoires vivent. Découvrez maintenant