Prólogo

86.6K 5K 1.2K
                                    

Prólogo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Prólogo


Alguna vez te ha pasado que todo se alinea en tu contra y la vida te lanza mierda por montón, bueno ese día había empezado como una mierda total.

Recuerdo despertar muy tranquilo con el sol que entraba por mi cortina;  había dormido muy bien a pesar de acostarme tarde porque me sentía descansado.

Me estiré, se sentía bien descansar de esa manera, pero todo se fue en picada cuando vi la hora en el reloj despertador. El problema fue que no pude ver ninguna hora, el maldito reloj estaba apagado.

—Mierda. —Casi que grité, mientras tomaba el teléfono de la mesa de noche y veía que efectivamente me había quedado dormido y ya iba una hora tarde al entrenamiento—. Mierda, mierda, mierda y triple mierda.

El entrenador me iba a matar.

Me vestí de volada, no me dio tiempo de bañarme, porque si lo hacía iba a llegar más tarde, tomé mi bolso de práctica —gracias a todo el universo cósmico lo había dejado listo en la noche—, y corrí para conseguir mi auto. La pista de hielo estaba al otro lado del campus, si quería llegar rápido debía ser en auto.

Al entrar a la cancha, la cara del entrenador me lo dijo todo. El hombre  parecía también estar teniendo un muy mal día, porque me puteo más de lo normal y me castigó con más ejercicio y dos horas más de práctica.

Se sintió como estar en el infierno, a pesar del frío de la pista todo mi cuerpo estaba adolorido y sudado, era asqueroso. Cuando por fin pude sacar mi culo del hielo y darme una buen baño en las duchas del gimnasio, tomé mi celular y volví a maldecir por lo bajo.

20 llamadas perdidas de Gianina.

Mi novia me iba a matar, se me había olvidado por completo el almuerzo que teníamos con sus padres, así que ahí me ves; otra vez corriendo vistiéndome rápidamente mientras la llamaba.

Un tono

Dos tonos

—Vete a la mierda —fue el saludo que recibí y me demostró que definitivamente estaba cabreada, cuando fui a hablar colgó.

—Maldición —dije mientras tomaba mis cosas y casi que corría al auto.

Por la hora ya el almuerzo había pasado hacía rato. Eran las tres de la tarde y ella lo había programado para las doce y media.

Conduje nuevamente hasta su residencia que estaba a las afueras del campus.

Una de sus hermanas de fraternidad me dejó entrar apenas toqué la puerta y me miró con lástima.

FaceoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora