capítulo 45

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Capítulo 45

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Capítulo 45

Odiaba las cosas a medias, y lamentablemente me había quedado esa maldita sentencia, no me sentía conforme, pero era lo que era, por más que no me gustara no podía hacer nada, lo único que me consolaba era el hecho de que no iba a ser la sentencia final.

Pero debía esperar un maldito año para verlo pagar realmente aunque claro, no iba a estar en un spa en el psiquiátrico, esos sitios no solían ser agradables, pero para mí no era suficiente.

Pero mi vida seguía, no podía frenarla por algo que no me gustaba o no me parecía, debía avanzar, era parte de vivir el saber enfrentar los malos ratos.

Además se venían días de estrés con todo lo de la mudanza. Dexter —el reclutador de Aarón —nos estaba ayudando bastante, pero nosotros también debíamos hacer muchos trámites y visados, y con una panza de gemelos de ocho meses no era para nada agradable.

Según mi obstetra todo estaba marchando como debía ser, las pulgas estaban en el tamaño y peso indicado, pronto conocería a mis hijos, eso me tenía sumamente nerviosa.

Pero creía en mí, y en la capacidad que tendré para hacerlo lo mejor posible, a pesar de no tener ni la más mínima idea de qué era lo correcto o qué no, en lo referente a la maternidad.

Ese día fuimos a la embajada de Canadá, firmamos los últimos papeles, para por fin tener nuestras visas, y mis pies —como era costumbre los últimos meses— me estaban matando.

Odio sentirlos como dos jamones enormes que con el más mínimo roce me dolían, era un dolor insoportable, el embarazo no era algo bonito para el cuerpo, el dolor llegaba a ser incluso en ocasiones inhumano, porque caminar con los pies hinchados era como hacerlo sobre mil agujas calientes.

Pero gracias a mi estado —de pelota andante —me hicieron pasar rápidamente y solucionarlo todo en la mayor brevedad posible, como siempre, Aarón estuvo a mi lado siendo ese apoyo que no sabía qué necesitaba, pero que adoraba tener. Si hubiese sido por él, me hubiese llevado todo el proceso en brazos para que no sintiera dolor, pero no era posible así que solo tomaba mi mano y era mi apoyo.

—¿Tienes hambre? —Aaron me llevaba de la mano mientras caminábamos, a mi paso que era algo lento, hacia el auto, todos los trámites habían salido bien, ya teníamos nuestras visas, cada vez quedaba menos para mudarnos.

Lo pensé un poco y la verdad habíamos desayunado bastante temprano e iban a ser las cuatro de la tarde, si tenía hambre, pero no tanta como se podía pensar.

—Si, un poco —respondí mientras él me abría la puerta del auto para subirme con algo de dificultad, extrañaba ver mis pies y la facilidad de movimiento.

Extrañaba mi cuerpo.

—Pues entonces vamos a comer algo por allí, yo invito. —Adoraba ver esa sonrisa traviesa en sus labios, me hacía sentir tan afortunada y especial.

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