Capítulo 3

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Capítulo 3

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Capítulo 3


No recuerdo alguna vez haber vivido de cerca un embarazo. Mi familia era muy pequeña, tanto mi madre como mi padre eran hijos únicos, por lo tanto no tenía tíos o primos. Yo fui la menor en mi familia, así que nunca vi a mamá embarazada. Así que experimentar síntomas era algo extraño para mí. 

Obviamente, había visto mujeres embarazadas en la calle, pero no había vivido los síntomas y todos los cambios que implicaba, por ello todo lo que me estaba pasando era totalmente nuevo para mí.

Se sentía extraño estar experimentando algo que nunca imaginé, se sentía aún más extraño ser realmente yo a la que le estuviese pasando esto, nunca me imaginé en una situación así. El hecho de que estuviese embarazada no era algo totalmente malo, un bebé era algo bonito cuando se deseaba y yo no estaba tan reacia a la idea, solo que estaba asustada. ¿Quién no lo estaría?

Había pasado una semana desde que descubrí al pequeño intruso que estaba en mi cuerpo. Le empecé llamar así desde el primer momento, me había encariñado rápidamente.

Al principio, lo único que había notado hasta ese entonces eran los jodidos vómitos. Al parecer saber la razón despertó tres veces más los síntomas o malestares, los vómitos que en vez de desaparecer habían aumentado, y los dolores de cabeza intensos se habían sumado a la lista.

Esa tarde había descubierto algo más que había pasado desapercibido hasta que me vi en el espejo por alguna razón;  mis senos habían aumentado de talla, miré mi reflejo en todos los ángulos y definitivamente estaban más grandes, era un cambio que me gustaba y me sentaba bien, aunque la palidez que me causaban los vómitos opacaba un poco la belleza de mis nuevas tetas.

La verdad, era que las náuseas y vómitos me estaban volviendo loca, al principio eran solo en las mañanas, pero eso fue cambiando hasta pasar a cualquier hora del día.

Si alguien llevaba un perfume que al intruso no le gustará, me hacía marear, si estaba comiendo algo que a él no le apetecía me hacía vomitar, se había convertido en una lucha constante entre él y yo.

Esa mañana había ido a clase y a mitad de mañana me había sentido como la mierda, así que sabiamente preferí perder la siguiente clase e irme a mi habitación, no quería desmayarme o vomitar a mitad del aula.

Así que la primera parte de la mañana, estuve acostada pero luego de alguna manera terminé frente al espejo viendo el nuevo cambio y sintiéndome extraña, pero no extraña de malestar; sino algo estaba pasando en mi pecho y sabía que era, me estaba encariñando. Me estaba empezando a imaginar con un bebé en brazos, y sinceramente no sabía si eso era bueno o malo.

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