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No creyó recordar algún momento de su vida en el que no se sintiera perdido.

Park Seonghwa era la viva imagen de la monotonía, de lo insípido y lo gris. No había algo que le gustara tanto como para hacerlo todos los días, ni nada que odiara lo suficiente como para evitarlo. No destacaba en nada, nunca lo hizo. Sus notas estaban en el promedio, y no era bueno pero tampoco el peor en los deportes y el arte. Entendía que sus padres no se hubieran esforzado en guiarlo por el camino de encontrar algo que llamara su atención, aunque a veces se preguntaba si el que lo obligaran a dedicarse a algo hubiera evitado que sus días se volvieran un constante del que no parecía posible salir.

No creía que era una mala persona, pero tenía el conocimiento de que muchos compañeros de su escuela si lo consideraban de esa forma. Pues por culpa del miedo irracional a quedarse solo, a ser blanco de las burlas, y la repentina idea de quizás hacer cosas que evocaran alguna meta, se las arregló para caerle bien al grupo bully de la escuela, teniendo que adaptarse a los chistes y bromas crueles de quienes decían ser sus amigos. En su mente se implantó el que posiblemente podía disfrutar de esas salidas sin sentido al terminar las clases, ya que parecía ser la fuente de diversión de todos los de su edad, pero, el perder el tiempo alrededor de la ciudad mientras escupían críticas a todo lo que veían a su alrededor no era de su agrado. Quizás ni siquiera estaba hecho para ser alguien horrible como ellos.

Quizás nunca iba a encajar en algún lado, y tendría que abrazar la sensación de seguir perdido en el mundo.

Para su mala suerte, las cosas no mejoraron luego de presentar su examen final y graduarse del instituto. Se enfrentó al inmenso estrés de tener que escoger la carrera que definiría el trabajo que haría de por vida; seis días a la semana, y casi diez horas diarias. Estuvo días leyendo los planes de estudio de literalmente cada carrera de las pocas universidades que podían aceptarlo con su puntaje, y como lo esperaba, ninguna le dio algún tipo de interés.

Sus padres no dijeron nada esa noche en la que les comentó que se tomaría un tiempo antes de entrar a estudiar, porque seguramente ya se esperaban que saliera con una decepción como aquella. Y ese tiempo se tornó en casi dos años, vacíos. Llenos de madrugadas sin poder cerrar los ojos. Deseando que alguien le obligara a hacer algo, cualquier cosa, juró que no le importaba en absoluto. Solo quería dejar de etiquetarse como inútil, y dejar de sentirse igual a un error al no contar con un sueño como los demás.

Lo único que le dio apoyo en sus días más grises fue la acaramelada voz de Jongho, que siempre resonó en su silenciosa habitación, recordándole cada noche que no debía apresurarse a escoger un camino. Y cuando la puerta era cerrada por el menor, dejando a Seonghwa nuevamente solo, no podía evitar soltar una pequeña risa sarcástica, porque le era difícil escuchar algo así de parte de quién estaba siendo presionado a más no poder para ser el mejor en todo.

Moonchild ✧ Park SeonghwaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora