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Tuvo la necesidad de levantarse, luego de sentir absolutamente todos sus músculos doler por haber estado acostado tanto tiempo. La oscuridad se había apropiado de la habitación varias horas después de haber despertado, y tardó unos momentos en comprender que seguía siendo el mismo día en el que habló y conoció a Yeosang y al señor Kang, y no que había dormido otra semana entera. El plato vacío que antes contuvo kimchi recién hecho se encontraba junto a la lámpara sobre la mesa, al lado la taza con un sorbo de chocolate ya frío, y luego su celular con la pantalla totalmente destruida. El rubio se lo entregó mientras indicaba que su arreglo no debía ser muy complicado, no como el de Jongho que por poco se había convertido en chatarra.

Seguía fascinado por la vista que le brindaba el ventanal del cuarto. A pesar del enorme árbol de hojas verde oscuro tapando casi toda la visión de lo que había afuera, alcanzaba a notar el continuar del bosque y las montañas cubiertas de niebla. Seguía siendo incapaz de creer que tal paisaje podía encontrarse en Corea, pues toda su vida estuvo rodeado de los altísimos edificios grises, y todas las zonas verdes de Seúl habían sido contaminadas por la mano humana.

Soltó un suspiro antes de volver a mirar a la puerta. Estaba claro que su incomodidad y estado de alerta no se iba a ir tan fácil, aún luego de hablar con los habitantes de la casa, porque seguía siendo un lugar desconocido para él. Así que, tomando impulso y preparándose para el posible dolor que pudiera sentir, dirigió sus piernas y cadera hacia el borde de la cama. De inmediato sintió una punzada en su columna y por ende en su nuca, pero nada que le hiciera detenerse. Apoyó sus manos en el colchón y finalmente se separó de las sábanas, sintiendo la madera fría del suelo bajo sus pies.

No pensó en lo que se podría encontrar al otro lado de la puerta hasta que tuvo el pomo entre su mano derecha. Estaba convencido de que la amabilidad que el doctor Junmyeon y su hijo le habían mostrado era genuina, pero no estaba seguro de qué tan mal sería que un desconocido rondara por su casa sin que ellos lo supieran.

Bueno, lo peor que podrían hacer sería sacarlo y dejarlo a la intemperie, ¿cierto?

La puerta no hace ruido en absoluto cuando la abre, y se encuentra con un espacioso pasillo, solamente iluminado por las luces cálidas empotradas en el techo. A la derecha hay otro vidrio, el cual continúa hasta el final donde ve unas escaleras que suben y una puerta que parece ser del jardín --o bosque-- trasero. Su mirada va a la izquierda, donde el pasillo es más corto y parece abrirse en lo que parece una sala. Entonces, tratando de hacer el menor ruido posible y sin separarse mucho de la pared, camina hasta allá, casi que teniendo el corazón en la garganta por los nervios.

Aunque estuviera oscuro y la única luz entrara por los ventanales, un enorme salón de estar lo recibe, y al lado ve la impecable cocina. El concepto abierto y moderno de lo que se le presentaba era tan diferente a lo pequeña y encerrada que se sentía la angosta casa donde vivió toda su vida. No pudo evitar imaginarse a él de pequeño junto a Jongho corriendo por todo el lugar y saltando por los sofás en vez de obligarse a salir al parque que quedaba a una cuadra de su hogar. Pues sus padres no le permitían jugar dentro porque el espacio no ayudaba. Al acercarse a la puerta de madera --que seguro era la entrada principal--, se fijó gracias a la ventana que aún tenía las cortinas abiertas, que la propiedad estaba completamente rodeada por la foresta, haciéndolo entender mejor el pequeño dato que Yeosang le soltó en referencia a la distancia que había de aquí al pueblo más cercano.

Moonchild ✧ Park SeonghwaWhere stories live. Discover now