catorce

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Seonghwa cerró los ojos lentamente luego de ver como su celular marcaba las nueve de la mañana, avisando que ya había pasado un día completo desde que vio a su hermanito y a Yeosang por última vez.

Tenía el cabello tan enredado --por no haberlo cepillado luego de darse una ducha rápida-- que dolió al peinarse con los dedos, llevándose con fuerza cada mechón decolorado y de raíz oscura hacia atrás. Los párpados le pesaban por haber dormido apenas dos horas, y la piel erizada a causa de la constante ansiedad se sentía tan incómoda que si pudiera se la arrancaría. La vibración que ya se hacía repetitiva le hizo abrir los ojos y ver uno de los teléfonos acomodados sobre el comedor, el de Yeosang. Yizhuo y Taeyong habían estado mandándole mensajes preguntando dónde estaba, pero Seonghwa no podía responderles porque no sabía la contraseña y ellos no parecían tener la intención de hacer una llamada.

Respiró con mucha profundidad, y pasó la mirada por toda la extensión del primer piso iluminado por la luz grisácea que se veía tras las cortinas cerradas. Ni siquiera escuchaba algo afuera, metiéndole el corto pensamiento de que era el único ser vivo en todo el mundo, cosa claramente imposible.

Ya no era solo la preocupación, sino el percibir lo solo que se encontraba en ese momento. Esa horrible sensación de la que huyó por tantos años durante el instituto haciendo que se uniera a personas desagradables. Aquello con lo que aún trataba de forzarse a comprender que no era malo, pero que temía enormemente. Y ahora, las paredes claras de la sala y el silencio eterno lo estaban agobiando

Las personas a las que podía acudir estaban demasiado lejos y no tenía forma rápida de acudir a ellos, pero podía hacerlo, así se tardara toda la mañana. Yeosang le había dicho alguna vez que eran casi tres horas a pie la distancia que separaba al pueblo de la casa de los Kang, y tras borrar de su corta lista de opciones la idea de ir al hospital para buscar al doctor Kang, queriendo evitar acercarse al caos que el accidente de anoche seguramente seguía provocando, se decidió por plantearse un viaje que lo haría atravesar el bosque.

Guardó los tres celulares en los bolsillos de su pantalón y tomó las llaves antes de salir de la casa a paso firme. Miró abajo brevemente para asegurarse que los zapatos que llevaba fueran lo suficientemente cómodos como para soportar tantas horas caminando, y al confirmarlo, se enfrenta a la claridad helada del pueblo casi desierto.

No tardó demasiado en recorrer las calles principales, pasando de sorprenderse por la poca cantidad de gente y los contados locales abiertos. Pensó que sería gracioso el encontrarse con un oso de verdad, bueno, no por el hecho de que seguramente lo asesinaría, sino porque la alerta que encerraba a todos los habitantes de Naju en sus casas no era cierta.

Al ver la carretera lejana y la línea de árboles altísimos pasando el puente, una pizca de nostalgia le calentó el pecho, como si hubieran pasado años desde que estuvo ahí cuando en realidad ni siquiera había pasado un día. Creyó que era el hecho de que los aires de todo su alrededor se sentían distintos, había tensión, extrañeza e inconformidad, o quizás era el hecho de recordar que las pocas veces que ha entrado a la profundidad del bosque ha sido acompañado, y esta vez lo haría solo.

Moonchild ✧ Park SeonghwaWhere stories live. Discover now