44. Flashlight

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La luz que entra en la sala me molesta así que intento acomodarme boca abajo, pero algo pesado encima mío me lo impide.

Abro los ojos y lo primero que veo es cabello castaño. Muevo un poco mis manos y tanto lo que ya sospecho está encima mío.

Ni idea de que hora serán, pero ya debemos estar muy entradas en la mañana. Miro por la habitación pero no tengo ningún indicio que me ayude.

Sana parece dormir muy cómodamente también, por lo menos no me babea. Me pregunto a que hora se pasó al sofá.

Anoche, luego de llegar, fue finalmente consciente que la habitación solo contaba con una cama. Y no, no resolví el acertijo de por qué a Sana no le gusta dormir a mi lado, y ambas estábamos realmente cansadas.

Le dije que tomaría el sofá, protestó un poco, pero no al estilo "Puedes dormir conmigo" más bien al estilo "Tú a la cama y yo al sofá".

La ignoré monumentalmente, le di las buenas noches y todo se puso oscuro. Sí, estaba cansada, solo dormí 4 horas en lo que me parece una eternidad.

El sofá es amplio pero no caben dos personas, aún así está encima mío para no caer. No debe estar muy cómoda... aunque su tranquila respiración me dice lo contrario. 

Pego mi quijada a mi pecho lo más que puedo y puedo oler el cabello de Sana. Esta chica huele bien, es problemática, pero huele bien.

Suspiro y veo que su cuerpo se levanta con el crecer de mi pecho, solo se acomoda un poco y sigue durmiendo.

Dejo caer de nuevo mi cabeza al cojín y abrazo un poco a Sana. Intento acompañarla al país de los sueños pero mi mente prefiere quedarse a pensar en algunas cosas así que solo miro el techo y las paredes del lugar.

Pasan muchos minutos, no podría decir cuantos, hasta que siento que Sana finalmente se comienza a despertar.

Primero se mueve un poco, levanta su cabeza y me mira, en mi humilde opinión de inspeccionar caras somnolientas, tiene para rato aún.

Vuelve a esconder su rostro mientras me abraza como puede y... ¿se volvió a dormir? ¿Enserio?

– Buenos días – murmura cerca de mi cuello.

– Buenos días – contesto – ¿A qué hora te pasaste de la cama a... bueno, arriba mío?

– No sé – otro murmullo apagado – Era tarde.

– ¿Dormiste algo en la cama? – por respuesta obtengo un par de asentimientos – ¿Tuviste un mal sueño y te despertaste?

Realmente caí muerta en el sofá, creo que si un asesino entraba y Sana gritaba y comenzaba a romper cosas, es muy probable que yo siguiera durmiendo.

Ahora niega a mi pregunta y se mueve, intentando estar a la misma altura que yo estoy, me muevo un poco al borde del sofá y ella se acomoda más para el respaldo, apoya su cabeza en el mismo cojín que yo, pero su cuerpo sigue arriba de mí.

Miro al costado, a donde está ru rostro, perfilado a mí, tiene sus ojos marrones viendo sus dedos que trazan círculos en mi clavícula.

– Eres adorable – le digo y sonríe.

Vuelvo la vista al techo antes de cerrar los ojos. Sana acariciándome me da sueño.

– Tienes los pies fríos – me confiesa, puedo sentir sus dedos jugando con mis pies – Te vas a resfriar.

Repito: toqué el sofá y morí.

No hacía tanto frío dentro de la habitación. La ventana del balcón está abierta, lo sé porque las cortinas se mueven dejando entrar la brisa, pero no recuerdo haber pasado frío por la noche... o quizás sí pero al tener un cuerpo como manta me hizo obviarlo.

𝐋𝐄𝐓 𝐌𝐄 𝐆𝐎 ─── satzuWhere stories live. Discover now