XIII | ¿Necesitas una mano?

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Valentine trabajaba en el servicio de mantenimiento de los satélites Spencer, viajaba en su nave por el espacio sideral al son de los planetas y soles

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Valentine trabajaba en el servicio de mantenimiento de los satélites Spencer, viajaba en su nave por el espacio sideral al son de los planetas y soles. Hoy un satélite se había apagado en Marte y había cortado la señal de telecomunicaciones.

—¿Estado, Valentine? —habló Spark.

El satélite era un anillo con puntas azules alrededor, acompañado con un cilindro blanco que, donde lo viera, era sencillamente hermoso.

La nave se estacionó en reversa y por la compuerta salió Valentine.

—Valentine a base, aproximándome a la puerta del satélite V728.

Comprobó que alrededor del satélite no hubiera daños por asteroides, y no los había. El satélite estaba perfectamente sin ningún rasguño que se viera. Ella abrió la puertecita de los cables, el microchip estaba en rojo, significaba que hubo un corto circuito y el satélite se apagó debido eso.

Revisó una vez más los cables y se percató que el microchip estaba suelto y entonces un pequeño corto con los cables la electrocutó. Como reacción, el cordón de atadura que tenía en su espalda para poder regresar a su nave una vez finalizado el trabajo se zafó.

El terror se instaló en el cuerpo de Valentine.

—¡Spark! —vociferó por el comunicador— ¡Estoy en graves problemas! ¡Las ataduras del traje se zafaron por un corto! —intentó aferrarse a un tubo todo lo que pudo.

—Mierda, Valentine, mandaré a un equipo de rescate ¿Cómo estás de oxígeno?

—Mal, muy mal, debido a que el cordón se zafó, se destruyó el sistema de oxígeno, me queda menos de treinta minutos.

Intentó tranquilizarla, pero ella sabía que no iba a sobrevivir. Casi como si el karma estuviera en contra de ella, algo en el cosmos explotó sin ruido alguno. Elevó, alejó a Valentine unos cuantos metros de distancia del satélite y de su nave. Gritó de terror, pero esta vez nadie la escuchó.

Se alejaba cada vez más y su intercomunicador se había apagado por la explosión. Entonces, en un intento desesperado se quita el traje de protección de su brazo. Su brazo se hincha y toma un color pálido.

Al poco tiempo, casi al instante, sintió el ardor del frío recorrer toda su piel y entonces cuando observó que estaba alejándose aún más de la nave y del satélite se arranca su brazo. La sangre se congeló en el vacío y ella entre gritos y gemidos se volteó en dirección contraria a la nave, a continuación, lanza su brazo hacia el espacio y es lanzada fuertemente a la nave.

Para cuando entró, llegó gimiendo y quitándose el casco.

—Base aquí, Valentine.

—Maldita sea, Valentine, me diste un gran susto.

—Estoy bien.

—Ok, ¿necesitas una mano?

—Ok, ¿necesitas una mano?

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Cuentos para dormir con la muerte | En proceso |Where stories live. Discover now