Capitulo II

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Aquello estaba subiendo en intensidad demasiado rápido como para estar en un sitio público. Apenas eran las 10 de la noche, aún quedaba demasiada gente por las calles como para que nadie se fijara en dos chicos magreándose como adolescentes en un banco del parque de las cucarachas.

El nombre del parque no era lo más acertado del mundo, de hecho, tenía otro mucho más pretencioso y rimbombante, pero de ese nadie se acordaba ya. Aquel lugar era conocido por ese sobrenombre desde que unos años atrás, reventó una alcantarilla, y de ella salieron miles de aquellos bichos asquerosos que invadieron la zona durante mucho tiempo, hasta que las autoridades actuaron y mandaron fumigadores. Hoy en día no había en ese parque más cucarachas de lo que era normal encontrarse en cualquier lugar, pero el nombre ya se le había quedado, y el que fuera que hubiera tenido antes ya no lo recordaba nadie.

Christian no era muy dado al exhibicionismo, pero aquel rubio que ya se había montado a horcajadas encima de sus piernas no parecía ser de la misma opinión, y se estaba empeñando en ponerlo cachondo al mismo tiempo que daba un espectáculo vulgar y lascivo a cualquiera que quisiera mirar. A simple vista, Christian no veía a nadie que les estuviera prestando atención más que alguna que otra mirada desaprobadora de los transeúntes que pasaban por allí ocupándose de sus propias vidas, pero conociendo la fama de ese parque, seguro que tras algún arbusto había un pervertido haciéndose una paja a su costa. ¡Que puto asco, joder! 

—Si llego a saber que el cristal te ponía así nos hubiéramos quedado en casa. —Susurró en su oído, tratando con su indirecta de lograr que continuasen con lo que estaban haciendo en algún lugar más discreto.

—No quiero quedarme en casa. Es viernes, quiero salir. ¿No hay ninguna rave esta noche?

Mentiría si dijera que la respuesta no le desanimó. ¿Salir? ¿Le estaba poniendo la polla como la de un toro bravo y le decía que quería salir? Resopló con fastidio, si Eric decía que quería fiesta, tendrían fiesta, no había manera humana de convencer a ese chico de hacer algo si realmente no era lo que él quería hacer.

—Hay una, en el edificio donde estaba la antigua cárcel de mujeres, pero eso está a tomar por culo de aquí. —Contestó resignándose. Probablemente en unos minutos estaría buscando un transporte que pudiera llevarlos a esa estúpida rave a la que no le apetecía ir en absoluto.

—¿Y no hay nada más cercano?

—Yo que sé, este barrio es una mierda, aquí solo hay putas y camellos.

—¿Camellos como tú? —Se burló el rubio con una sonrisa zalamera.

—Y putas como tú. —Contraatacó Christian, se había dado cuenta de que ese rubito de carita angelical era dado a ese tipo de interacciones, a pelear sin pelear y a insultar sin insultar, todo muy pasivo agresivo, le gustaba, a veces esa actitud le ponía un poco de los nervios, pero en ocasiones como esa le resultaba divertido.

—Oh si, puedes estar seguro, y si sigues dándome cristal muy pronto vas a ver lo puta que puedo llegar a ser.

—Pues vamos a mi casa... —Christian le aferró ambas nalgas con las manos y lo atrajo más hacia su cuerpo, demandando con un beso hambriento que terminó cuando Eric le mordió el labio inferior con excesiva fuerza. Puede que a él también le estuviera haciendo efecto el cristal, Eric tenía tendencia a los mordiscos, y normalmente él se quejaba, pero esa vez no le había molestado tanto a juzgar por la erección que amenazaba con hacer estallar el cierre de sus pantalones y que no había decaído ni lo más mínimo a pesar del dolor palpitante de su labio.

—No quiero ir a tu casa. Me agobio cuando estamos encerrados y puestos de esta mierda, necesito espacio para expandirme.

—Espacio para expandirte... ¿Qué se supone que significa eso?

Quédate Conmigo (HIATUS)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum