Capítulo V

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Por suerte para todos, el resto del viaje transcurrió sin incidentes. Aunque la tensión entre Jonás y Andrei se podía cortar con un cuchillo.

Para cuando cruzaron por fin los límites L'Horta, las primeras luces del alba ya empezaban a bañar el pintoresco paisaje rural.

—Por fin. —Murmuró Eric a su lado— Estoy harto de estar aquí encerrado.

—Pues hemos llegado en tiempo récord —Se pavoneó Andrei, sin darse cuenta de que, en el asiento del conductor, el ceño de Jonás se fruncía más y más a medida que hablaba.

—No me lo recuerdes ¿Quieres?

—¡Vamos hombre! ¡Quita ya esa cara de vinagre! ¡Si no ha sido para tanto!

—Oid, deberíamos parar en algún lado y dormir un poco —Intervino Christian viendo que Jonás parecía estar a punto de partirle la boca al rumano— Estamos todos cansados, drogados y borrachos, y va a amanecer dentro de nada. Creo que es el momento de detenernos para no acabar haciendo alguna tontería.

—Estoy de acuerdo. —Apoyó Eric la moción— Debe de haber algún hotel por aquí cerca donde podamos quedarnos. Pagas tú ¿No, Andrei?

—¿Os creéis que cago billetes o que? ¡Un hotel, dice! Ni de coña, dormimos un rato en el coche y listo. Total, en unas horas hay que ponerse en marcha otra vez.

—Y una mierda vamos a dormir en el coche aquí todos apretujados. —Jonás se negaba a pasar por el aro— Querías mi coche y dijiste que tú corrías con los gastos, pues bien, estos son los gastos, vamos a parar en algún lado a dormir en una cama de verdad.

—Andrei, tío, dormir en el coche es la peor idea que has tenido en tu vida, y mira que has tenido ideas malas. —Añadió Christian, puede que le estuviera echando más leña al fuego, pero la perspectiva de intentar dormir en aquel minúsculo habitáculo le producía escalofríos.

—Yo paso de dormir en el coche. —Sentenció Eric con tal aplomo que cualquiera diría que la decisión era algo inamovible.

—Joder, vale, panda de sanguijuelas, nada de dormir en el coche. Pero ni de coña vamos a ir a un hotelazo como si nadasemos en dinero. Por aquí cerca hay un motel de carretera, no es la gran cosa, pero tiene camas limpias y eso es más que suficiente para vuestros culos de princesa.

Unos minutos después, se bajaban del coche con las piernas temblorosas después de tantas horas de encierro voluntario. Estaban en un precario aparcamiento de suelo sin asfaltar, perteneciente a un motel de mala muerte hasta el que Jonás había conducido siguiendo las indicaciones de Andrei. El rumano parecía saber muy bien donde estaban y a donde iban, a Christian le quedaba claro que no era la primera vez que andaba por aquellas tierras, incluso pudiera ser que la historia del hermano misterioso del que nadie sabía nada fuera verdad.

Estaba planteándose si preguntarle o no algo al respecto, cuando sin previo aviso, Eric se le echó encima, atrapándolo entre su cuerpo delgado y la puerta cerrada del coche.

—¿Sabes que no tengo sueño en absoluto? —Murmuró contra su oído, justo después de lamer con la punta de la lengua desde la base de su cuello hasta el lóbulo de su oreja.

Un escalofrío le recorrió de la cabeza a los pies, no sabía si era a causa de la excitación o de la cantidad de mierda que se había metido, pero sus manos viajaron inmediatamente hasta el trasero del rubio y se aferraron con fuerza a sus nalgas, atrayéndolo más contra su cuerpo hasta sentir una incipiente erección rozando contra su muslo.

—Yo tampoco. —Murmuró de vuelta, toda su somnolencia había desaparecido de golpe.

La risa de Eric reverberó contra la piel de su cuello causándole un nuevo escalofrío. Afianzó el agarre que tenía sobre sus muslos y lo levantó, cargándole en peso. Las piernas del rubio automáticamente rodearon su cintura, Christian aprovechó la cercanía para moder ligeramente su garganta, ganándose un gemido bajo en respuesta que entró por sus oídos y viajó directo a su entrepierna. Si seguían así no llegarían ni a la habitación del motel.

Quédate Conmigo (HIATUS)Where stories live. Discover now