Capítulo VI

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—Espera. —Eric le detuvo cuando ya tenía la tarjeta de visita del motel en la mano, a punto de preparar lo que le había pedido.— Vuelve aquí.

Extrañado por el repentino cambio de parecer, Christian volvió hasta donde él estaba mirándole de arriba a abajo con ojos escrutadores.

—Quítate la ropa y ponte de rodillas en la cama.

Ah, esa idea le gustaba mucho más, por fin estaban hablando el mismo idioma.

Se deshizo de su indumentaria prenda a prenda, con deliberada lentitud, exponiendo sin vergüenza alguna su piel cubierta de tatuajes, y esbozó una sonrisa ladina al ver como Eric no parecía capaz de quitarle los ojos de encima.

—Que conste que no me estoy negando en absoluto —Comentó mientras se desabrochaba los pantalones— Pero... ¿No querías una raya?

—La quiero. Pero se me ha ocurrido una cosa.

Al juzgar por el silencio que le siguió, si estaba esperando que dijese algo más podía esperar sentado.

—¿Y no quieres compartirla con la clase? —Insistió al ver que el rubio no tenía intención de decir nada más.

—De rodillas sobre la cama —Fue su escueta respuesta.

Decidió que lo mejor era seguirle el juego, si tenía algo que ver con ellos desnudos en una cama, le iba a gustar seguro, así que no había nada de que preocuparse. Terminó de quitarse la ropa, que dejó tirada de cualquier manera en la espantosa moqueta, y se subió en la cama de rodillas, tal y como Eric le había pedido.

—¿Y ahora qué?

No obtuvo respuesta, pero una sonrisa maliciosa se dibujó en los labios ajenos, siendo esta más reveladora que cualquier contestación que hubiese podido darle.

En seguida dejó de ser el único subido en aquella cama, Eric se colocó también de rodillas, frente a él. Agarró su miembro semi erecto y comenzó a acariciarlo con movimientos delicados.

—¿Que pretendes con esto? —Susurró Christian inclinándose sobre él, rozando con sus labios la sensible piel debajo de su oreja.

—Pretendo que se ponga dura, obviamente. —Contestó con fingido tono desinteresado.

—Voy hasta el culo de farlopa, puede que tarde un poco.

—Bueno, tenemos tiempo. —Se encogió de hombros con una aparente indiferencia que no engañaba a nadie

—¿Sabes cómo lograrías eso más rápido? Chupándomela un poco.

—Ya, pero la necesito seca para lo que quiero hacer. 

—¿Pero qué es lo que...?

—Shht —Le cortó— Deja ya de hablar.

Las caricias se volvieron más atrevidas, y fueron acompañadas de una serie de besos y mordiscos en el lateral de su cuello que hicieron que se le erizara la piel. Eric tardó mucho menos de lo esperado en lograr su objetivo y con una sonrisa de triunfo, se bajó de la cama y se acercó hasta el escritorio de donde cogió la bolsa de cocaína, la tarjeta de visita del motel, y un billete de veinte euros.

Se dio cuenta de lo que pretendía un segundo antes de que le agarrase la mano, la llevase hasta su polla y le indicara que la mantuviera quieta en el sitio para después sacar algo de coca de la bolsa valiéndose de una de las esquinas de la tarjeta y depositarla con cuidado encima del tronco de su miembro erecto.

—Este fetiche es nuevo. —Comentó burlón al comprender que lo que pretendía era esnifarse la raya directamente desde su piel.

—¿No te pone ni un poquito? —Preguntó mientras terminaba de hacer la línea y enrollaba el billete en forma de tubo.

Quédate Conmigo (HIATUS)Where stories live. Discover now