Unas amargas lágrimas

0 0 0
                                    

El dos de junio de mil novecientos ochenta y seis de empresas de mi nueva sede en Detroit, ya casi llegando a,sentí la imperiosa necesidad de parar el coche junto a la carretera y de pronto me puse a llorar desconsoladamente
Algo marchaba bastante mal en mi vida todo me hacía aguas a mi alrededorentonces me puse a recordar al joven Pietro que justamente dieciocho años atrás también había llorado muy amargamente sobre esos días
aunque aparentemente ambos eran muy diferentes la realidad me mostraba que seguía siendo la misma persona triste y solitaria ciertamente no andaba con los pantalones rotos ahora vestía un excelente traje y conducía un impecable deportivo más mi corazón se hallaba igual de solitario que aquel chico de diecisiete años con la obsesión que ahora ya no quedaba nada de su sensibilidad y buenos pensamientos pues se me había convertido en un ser opresor y dominador pasando de ser temeroso a ser temido

el fabricante de perlasWhere stories live. Discover now