Tobías & Ángeles

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—Tobías y Ángeles—

(Nueva Buenos Aires 30/09/2216)

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Los resplandecientes carteles de los edificios iluminaban el panorama nocturno de la ciudad en todas direcciones. En las calles sonaba la canción de las turbinas de los autos y la melodía de la lluvia, con su gotas de agua cayendo desde el cielo hacia las piedras, uniendo el suelo al firmamento.

El oficial de policía Tobías Ramos era parte de ese paisaje, volando hacia su casa en su aero-transfer después de un rutinario día laboral.

Su vehículo era un modelo un poco antiguo, estaba bastante oxidado por fuera y sus ruidos al ser navegado presagiaban futuras averías. Tobías nunca le hacía controles preventivos o de mantenimiento, él tan solo esperaba a que el auto tuviese algún desperfecto para llevarlo al taller mecánico, o mejor dicho "Departamento general de fixing", el organismo encargado de la reparación de todos los artefactos mecánicos, comprendían desde vehículos de transporte hasta robots.

Al oficial Ramos el estado del auto no le importaba mucho, y tampoco le prestaba atención al deterioro de la pintura. En cuanto al interior el aero-transfer se encontraba en similares condiciones, con el tapizado de los asientos gastado y la mayor parte de los comandos de asistencia estropeados.

Con regularidad sus conocidos le preguntaban por qué no se compraba un auto nuevo y dejaba ese cacharro a un lado, a lo que Tobías solía responder: «¿Para qué me voy a meter en gastos?» o «no quiero deudas», o «me lleva y me trae, no me hago drama». Además le gustaba manejarlo bajo la configuración manual, amaba la sensación de controlar ese "cacharro" a su antojo.

En un momento el Ptolem sobre el tablero de control en el aero-tranfer comenzó a sonar «Tenés una llamada entrante de: Comisario Silva». Tobías refunfuñó, era un hombre adulto pero muchas de sus reacciones impulsivas continuaban siendo las de un niño pequeño. Luego de unos segundos indicó —Atendelo, Coso—. Un display de video con el rostro del comisario se desplegó entre algunos comandos de manejo en la parte superior del parabrisas:

—¿Maddre vive, comisario, cómo le va?

—Maddre vive, Ramos. Escuchame, necesito que vayas al hospital local del Barrio-43. Ya sé que tu horario terminó, pero tenés que ver lo que llegó ahí.

—¿No puede esperar hasta mañana?

—Puede esperar, sí. Pero puede también que tengamos el caso de Inhibidor Neural más raro hasta la fecha.

—Ok ¿Y Ángeles?¿La tengo que pasar a buscar o voy solo?

—La oficial Fiammetta ya fue informada, cuando llegués ahí ella te va a poner al tanto de todo.

—Muy bien, estoy yendo entonces.

—Gracias, Ramos. Mañana te descuento un par de horas de laburo.

—No se haga problema, Silva. Nos estamos viendo.

Un mensaje con la frase «comunicación finalizada» se desplegó donde antes estaba la imagen del rostro del Comisario, tras varios parpadeos desapareció.

—¿Coso?

—«Dígame» —Respondió el Ptolem.

—Mostrame en el mapa la ruta a seguir para llegar al hospital del Barrio-43.

—«Por supuesto».

Tobías observó en el mapa que iba a tener que cruzar toda la ciudad para llegar al centro de salud, con seguridad iba a tardar casi una hora en conseguirlo.

El Espíritu de ChronosWhere stories live. Discover now