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Momo─

(Territorio excluido 27/04/2218)

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Hola, amiga.

Me alegra que puedas leer estas palabras, y más me alegra aún imaginarte leyéndolas. Seguramente no nos hayamos conocido, y tal vez nunca hemos estado una en cerca de la otra, pero supongo que eso no es impedimento para contarte mi historia. No la historia propiamente dicha, no la versión de la historia de alguien más, sino mi historia, que es en definitiva la única de la que puedo estar segura de que es cierta.

No tengo cómo saber si vas a leer este texto hasta el final, si es que llega a tener un final, o siquiera si vas a leerlo hasta donde llegue a escribirlo. Pero aún así lo escribiré. ¿Por qué? porque necesito que alguien sepa quien soy y quien fui, que cosas amé; que cosas odié. Que cosas hice y cuales fueron mis sueños mientras estuve viva.

Además: no tengo otra cosa que hacer, más que estar encerrada en este lugar donde me encuentro ahora; a la espera de que mi verdugo llegue para poner fin a mi vida. ¿Dije mi "verdugo"? Corrijo, mi "verduga", si es que esa palabra existe o la estoy inventando, ya que quién vendrá a matarme es una vieja amiga. De las más importantes que tuve.

Mi amiga a quien estimo desde lo mas hondo de mi ser, pero no es un sentimiento recíproco. Ella es el Golem que yo misma creé, el muñeco inerte al que insuflé vida con una palabra que imprimí en su piel, y ahora soy incapaz de borrar esa insignia que yo misma grabé en su frente.

Pero basta de contarte cosas aburridas y que no suman a nuestra charla, mejor comencemos por el principio, como suelen decir todos, y yo también.

Nací entre la basura, mi madre biológica murió al darme a luz, por lo tanto no la conocí. No supe ni su nombre ni su historia, aunque al crecer alguien me dijo que mi parecido a ella es impresionante. Tampoco supe a que se dedicaba o a que cosas aspiraba en la vida; que edad tenía cuando me dio a luz, ni nada de esas cosas que hoy me rasgan el alma. Solo supe que era una ciudadana registrada, y su última palabra fue mi nombre.

Mis padres de corazón respetaron el nombre que mi madre biológica quería que tuviese. Tan buenas personas ellos, que benevolente fue Inti conmigo, para permitir que los dos mejores seres humanos del mundo me adoptaran. Y hagan de mi infancia una experiencia tierna y cálida que atesoro en lo más profundo de mi ser.

Pascual es el nombre de mi papá, él fue quien me encontró en brazos de mi madre luego de que me trajera al mundo, en medio del desierto. También fue quien me llevó al lugar que se convertiría en mi hogar, donde conocí a mi mamá, Dominga, la mujer más amorosa que la luna alguna vez pudo iluminar. No podría encontrar palabras para describir mi amor por ella, ni en este idioma ni en ningún otro sobre la faz de la tierra.

Mis recuerdos mas antiguos son de cuando era una nena de unos tres o cuatro años, mi papá cargándome sobre sus hombros en los Raimi tradicionales, a los que me llevaba junto con mi madre cada año. En esas fiestas había mucha música. La gente cantaba y bailaba adorando a la luna, a la tierra, y a muchos dioses más, pero sobre todo al Sol.

Recuerdo las tardes calurosa de verano, el olor de la hierba recién cortada en el patio de casa después de un chaparrón. En invierno mi madre solía dejar que la ayude con los leños de la salamandra. Cargar uno solo de esos trozos de madera me resultaba una tarea por demás difícil, por mi edad  y mi tamaño; era más lo que estorbaba que lo que ayudaba, pero mi madre en su amor infinito me arengaba y me hacía sentir la nena mas fuerte de todas.

Espero de corazón, amiga mía, ya sea que estés leyendo estás letras en papel, en una pantalla o donde sea, que tu infancia haya sido igual de tierna y dulce. Que quienes te trajeron al mundo se hayan dedicado a darte todo el amor que te merecías. Y si no es así, si la vida en su injusta repartida no quiso regalarte una infancia atesorable y llena de momentos felices, deseo que al menos puedas encontrar en tu adultez ese amor que tu corazón tanto necesita.

El Espíritu de ChronosWhere stories live. Discover now