Historia extra - Parte 1

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Todas las hojas son del viento,
ya que él las mueve hasta en la muerte.
Todas las hojas son del viento,
menos la luz del Sol.
Luis Alberto Spinetta


—El Desierto—

(Territorio al norte de Nueva Buenos Aires 19/06/2190)

1

Solo unas pocas nubes interrumpían el tapizado del azul infinito del cielo, y abajo, hasta donde los ojos pueden ver, se extendía el desierto con sus orgullosas y serpenteantes dunas. Pero estas dunas no eran de la cálida arena que sabe arder bajo el sol del medio día, sino de una brutal e inconmensurable cantidad ingente de basura. Un desierto de desperdicios humanos de centenares de kilómetros cuadrados de extensión. Lugar donde moran las cosas a las que el tiempo les arrebató el valor que los humanos alguna vez les dieron.

El imponente basurero recibió el nombre de "el desierto" por dos motivos, el primero por las dunas antes mencionadas, y el segundo motivo por la imposibilidad de cruzarlo por completo a pie. Eso no impedía que miles de personas todos los días se adentrasen en él con la intención de encontrar elementos que pudiesen ser vendidos en el mercado de reventa y reciclaje. Esta actividad de minería urbana permitía la subsistencia de miles de familias de excluidos en la periferia de la Nueva Buenos Aires.

Ese día Pascual recorría el desierto, como siempre, en busca de algún objeto valioso que se encontrase sepultado entre la abrumadora inmundicia imperante. Los residuos bajo sus pies crujían con cada paso en la escalada a cada duna en su camino. Llevaba puesta una máscara que le permitía respirar con seguridad en aquel pútrido ambiente viciado de olores nauseabundos.

Los bienes re-utilizables y vendibles que recolectaba en cada búsqueda los intercambiaba en el mercado de raciones, una ración por su parte era una galleta de alimento balanceado de alto contenido proteico, y eran del tamaño de la palma de una mano promedio. Una vieja bobina con los respectivos imanes valía una ración, un antiguo carburador de motocicleta dos raciones, una placa electrónica en buen estado cuatro raciones, seis turbinas de aero-transfer una ración. Mientras más antiguo y en mejor estado se encontraba el material reutilizable más raciones podía llegar a valer.

Con la minería urbana Pascual subsistía junto a Dominga, su esposa, ella se dedicaba al cultivo de vegetales que vendía en los mercados de frutas y verduras del asentamiento. Pero sus tiempos libres los dedicaba a enseñar a leer y escribir en Ithkuil y en Neo-Sumerio a los niños del barrio, actividad que realizaba gratis, por pasión y vocación. En vistas también de que la inmensa mayoría de los excluidos eran ignorantes de éstas lenguas artificiales.

Ambos vivían en el sector central de la zona de exclusión humana X-36 de la exrepública Argentina, ahora perteneciente a los estados del tercer cuadrante global, cuadrante que tenía su capital en Novo Rio de Janeiro. De hecho la zona donde vivían alguna vez, siglos atrás, fue llamada por las personas como Zárate.

2

Pascual, no había contado con mucha suerte esa mañana, luego de varías horas de escarbar entre la suciedad seguía sin encontrar ningún elemento que pudiese vender en el mercado de materiales reutilizables. Su esposa solía decir que había días de suerte y también de mucha suerte, pero que no había días malos siempre que se viviesen con la esperanza de encontrar algo en ellos. A veces pasaban días sin comer por causa de la mala recolección, jornadas donde hacían cálculos sobre cuanto tiempo podrían llegar a durar las raciones del alimento balanceado con las que subsistían, pero siempre de alguna forma u otra conseguían abastecerse de lo necesario para continuar.

El Espíritu de ChronosWhere stories live. Discover now