La choza

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Cacho explicó a las dos asombradas mujeres lo sucedido en el monte la noche de la fiesta patronal. Su encuentro con lo que consideraba un Familiar, una bestia legendaria al servicio de los dueños de los ingenios. Si bien no la había visto, la percibió.

—Además, y esto es cuando menos curioso, me dijo "ladrón". Como si me reconociera de alguna forma, o al tapao —concluyó el jefe de seguridad con su habitual media sonrisa.

—¿Y Estévez? ¿Cómo se encuentra? —indagó Sofía, que de a poco se estaba acomodando a esta nueva realidad y volvía a pensar como policía.

—Sigue internado, supongo que en estos días le darán el alta —contestó Goyo, que como enfermero del ingenio hacía seguimiento a heridos y enfermos—. Se salvó de milagro, tenía una herida grande en el pecho, si no llegaba Cacho probablemente se hubiera desangrado.

—Me imagino que le modificarán los recuerdos —dijo Laura.

—Todavía no es necesario, porque es muy probable que racionalice la situación y lo atribuya a un animal salvaje —contestó Armando.

—¿Era lo mismo que me atacó en el camino al ingenio? —preguntó Sofía, que ya había sido informada sobre cómo fue la situación en la que Cacho la encontró. Eso había abierto la memoria de la policía, que poco a poco comenzaba a recordar.

—No sé —dijo Cacho—. Eso se "sentía" diferente. No puedo asegurar que estén conectados, pero tampoco descartarlo.

—¿Y el taller? —preguntó Laura, aunque ya intuía la respuesta.

—En esa estoy seguro, ese era el Familiar —aseguró Cacho—. Lo que no sé es ¿por qué te atacó?

—¿Qué querés decir? —dijo Laura, con bastante curiosidad. A Sofía también le pareció algo extraño el comentario.

—Usualmente, según las leyendas, el Familiar es una entidad "dirigida" por los dueños de los ingenios hacia determinadas personas. Usualmente son trabajadores rebeldes. No actúa por voluntad propia —aclaró Cacho—, y que yo sepa no ataca a... "ingenieras".

—¿Pero qué es un Familiar? —indagó Sofía, un poco por profesionalismo y otro tanto para salvar de la incomodidad que le había producido el último comentario a su amiga.

—Las descripciones varían: algunos dicen que es como un perro negro con ojos rojos que arrastra pesadas cadenas; mientras que también se piensa que es una serpiente enorme y negra hecha de humo —contestó Armando, con un ligero tono académico y escéptico.

—Si hay un Familiar dando vueltas... —comenzó a decir Goyo Vélez, y los demás se quedaron mirando expectantes— el Viejo Pascual seguro sabe algo.

—Buena idea —exclamó Cacho visiblemente complacido. Los otros lo miraron con cara de incomprensión, así que explicó—. Pascual es uno de los "representantes" más antiguos de los zafreros del ingenio.

—Dejáme adivinar...—interrumpió Armando con visible fastidio— es un curandero.

—Nadie cura del susto y el empacho como el Viejo Pascual —comentó Goyo sonriendo con cierto orgullo.

—Me extraña que un hombre de medicina diga esas cosas de un... "curandero" —dijo Armando, casi escupiendo con desprecio la última palabra. A Goyo no le agradó la forma en que lo dijo y le clavó una mirada hostil.

—Hay cosas que aunque fuera médico no puedo curar, pero Pascual puede —contestó el enfermero con frialdad—. Y eso es un hecho... aunque no te guste.

—Son puras autosugestiones —dijo Armando, desestimando los comentarios del otro, aunque sabía que esa breve conversación era muy probable que hubiera abierto una brecha insalvable en una potencial relación con Goyo.

Tapao (Borrador)Where stories live. Discover now