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Como prometí aquí vengo a dejar un nuevo cap n.n

Espero lo disfruten!


Siempre había sabido que era diferente, que su familia lo era y que aquello no significaba nada bueno, para nada. Siempre había sabido, desde que había nacido, que estaba marcado, maldito. Obligado a vivir en una familia que no sabía lo que significaba el calor familiar, el de un hogar, pues era todo lo contrario y desde pequeño lo había experimentado.

Cuando cayó al suelo una vez más por el profesor que le estaba enseñando sin ningún miramiento en hacerle un verdadero daño, él se levantó, como las otras mil veces que lo había hecho. Su mirada gris se dirigió hacia su abuelo, quien lo miraba con desaprobación, pues sabía que no era por lo mal que lo estaba haciendo en aquella clase, sino también por el hecho de que aún no había tenido su "despertar", muy distinto a lo que sucedía en su familia, pues con poca edad ya podían tener el "despertar", pero él no lo había logrado y por ello se estaba ganando la desaprobación de muchos en su familia.

Si tan solo despertara su poder, si tan solo fuera lo suficientemente fuerte como para poder luchar por su cuenta sin contar con nadie más, se dijo una y otra vez en su mente, pero sabía que una gran posibilidad era que no tuviera su despertar y por ello, ser expulsado de la familia principal.

Aquello lo aterraba. Le aterraba el ser descartado como algo que no sirviera, le aterraba no solo aquello, sino ser asesinado por no ser lo suficiente.

Pero allí estaba, aguantando todo cuanto se le ponía enfrente. Todo, incluso el rechazo de su propio abuelo.

Se volvió a acomodar en posición de pelea contra su propio profesor y una vez más, con tres movimientos, cayó al suelo, rendido.

–¡Levántate! –le ordenó y gritó su entrenador, que poco parecía tener de humano y aunque hubiese querido largarse a llorar por la forma en que había caído y se había lastimado el brazo, decidió que lo mejor era acatar la orden y una vez más, levantarse, como si nada hubiese sucedido. Como si nada dentro de él poco a poco se iba apagando.

Cuando llegó la hora de la cena, sabía que no era merecedor de la misma, pues por lo que se quedó en su habitación recapacitando sobre lo que había hecho mal aquel día, como su abuelo le había dicho las mil y una veces en que le habían privado de la comida por no cumplir con las expectativas.

Fue entonces que se dirigió hacia la ventana de la habitación y se sentó en el alfeizar de la misma, observando la luna que poco a poco se iba alzando en lo más alto del cielo. Una luna grande y brillante, completamente distinta a lo que era su vida y lo que terminaría siendo.

Se sentía vacío, carente de amor y de protección, de alguien a quien aferrarse, aunque aquella no era la pura verdad.

Y fue entonces que tan solo pensar en aquello alguien llamó a su puerta.

–Adelante –dijo y fue entonces que su cabellera rubia característica fue lo primero que se asomó antes de controlar que nadie lo estaba vigilando.

–Te he traído comida –le dijo como si fuese algo que hiciera constantemente y la verdad era aquella, lo hacía constantemente.

Ethan observó todos sus movimientos, viendo cómo una vez más parecía haberse saltado varias comidas, pues su figura había, otra vez, adelgazado.

–¿No te he dicho que no tienes por qué traerme tu parte? –le cuestionó entonces y saltó del alfeizar de la ventana, llegando a su altura, viendo lo que había llevado. Un táper con las sobras que había habido aquel día, lo que los criados de la casa solían comer.

Un sentimiento entre amor y recuerdosWhere stories live. Discover now