3.

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3. Empeñame esta.

—Es un honor hacer tratos contigo caballero. — Tanizen con una sonrisa enorme adornando su rostro guardo en su billetera las costosas y brillantes monedas que spreen le había dado y en cambio spreen lamentaba perder tremenda cantidad de dinero.

Luego de pagar por la comida que por cierto no comió y pagar por la información que tanizen le dio, salieron los dos del local.

Spreen se sentía ligeramente arrepentido, ¿el hechicero de verdad valía las 70 tortillacoins de oro que le había entregado al avaricioso de tanizen?

Lo descubriria una vez que lo investigue y esperaba que lo valiera.

—Entonces, ¿Seguro que estará ahí mañana?— Spreen lo miró un poco desconfiado.

—Claro que si hombre, que desconfiado tío.—

—Tengo que serlo, este trabajo lo requiere.—Spreen intento no sonar grosero, a lo largo de su carrera se había dado cuenta que nadie quería hablar con alguien grosero y vulgar, y él luego de varios años de esfuerzo había logrado ocultar ese lado de el, al menos con las personas que recién conocía y/o no tenía confianza.

—Cómo digas. No lo olvides en 'Empeñame esta' 2 a 4 pm, y no le digas que  yo te dije que estaba ahí, si no me va a querer quitar la mitad de lo que me has dado.—

Spreen asintió con la cabeza y apuntó lo que le dijo en una pequeña libreta, bueno ahora si parecía un poco periodista. —Gracias. —

—No hay de que. Yo ya me voy, nos vemos allá.— y tanizen tan rápido como vino se fue, al parecer los dos habían venido a comer y se olvidaron de hacerlo pero al menos los dos salieron con una gran botín.

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Era sábado, ese día se encontraria por primera vez con el hechicero.

Spreen había decido dejar de lado su traje de camisa amarilla y vestirse un poco más casual, sin buscar mucho en su armario eligió una camiseta de mangas cortas azul y unos pantalones negros casuales, después de vestirse decidió llamar a su 'cómplice' que lo acompañaría a ver al hechicero.

El célular sono por unos cortos segundos antes de ser contestado.

—Holaaa, ¿ya estás?

—Eso te lo debo preguntar yo.

—Tranqui spreen, ya casi estoy, solo me falta alistarme.

—Anadate a la mierda, te dije que te alistaras desde hace dos horas.

—Eso es muy poco tiempo, yyy vos un poco más y parecés adolescente impaciente en su primera cita.

—Ja, ja, ja, que gracioso. No te hagas el pelotudo y apresurate, voy para allá.

Spreen colgó la llamada un poco enojado, miró la hora nuevamente, ya había perdido la cuenta de cuántas veces la había visto, tal vez su amigo tenía razón y estaba demasiado impaciente, pero ¿cómo no estarlo? Solo faltaban unos minutos para poder ver en persona al hechicero que ocupo sus pensamientos esos días.

Un maullo lo sacó de sus pensamientos. ¡Miau! — La querida gata blanca de spreen se había despertado y ahora estaba frotándose contra la pierna de su dueño.

Spreen la alzó en brazos y todo los nervios e impaciencia que sentía se disiparon, esa gata era lo mejor que le había pasado sin alguna duda. — Aww, pelusa, ¿tenés hambre? que dueño más descuidado tenés vos, vamos a darte de comer. —

𝘕𝘰𝘵𝘢 𝘥𝘰𝘳𝘢𝘥𝘢. #𝙨𝙥𝙧𝙪𝙖𝙣Where stories live. Discover now