14.

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14. Heladería.

— ¡Apresurate! Caminas bien lento pendejo. —  Juan se detuvo esperando a que Spreen lo alcanzara, un impaciente imperactivo y un chico que parecía que le chupaba un huevo todo, era una extraña combinación.

— Si tanto te quejás, hubieces pedido un taxi pelotudo. — Spreen respondió mientras lo alcanzaba, no sabía desde cuando pero en algún momento habían pasado la línea de cordialidad a una donde podían insultarse libremente sin provocar algun conflicto serio, y el argentino agradecía esto pues era de decirlas casi siempre.

— Eso es una pérdida de dinero. —

— Vos eres una pérdida de dinero. — Spreen lo alcanzó poniéndose a su lado, Juan lo miró un poco ofendido por lo que había dicho. — ¿Por qué te detenés? ¿No me estabas apurando antes? —

— Caminas más lento que mi abuela, y eso que ya está muerta, vámonos. — Juan volvió a caminar, está vez iba a un ritmo bastante rápido casi como si corriera, dejando nuevamente atrás a Spreen.

— Imperactivo chupa pija... — Spreen sonrió un poco divertido, el tuvo que comenzar a correr tras él.

De pronto una simple caminata hasta la heladeria se volvió una competencia entre risas para ver quién corría más rápido.

°

Los chicos finalmente habían llegado a la heladería, este lugar se veía bastante lindo, sus tonos celestes y rosa, mesclado con las decoraciones externas que conbinaban con la estética hacían a la tienda hacían agradable a la vista.

Después de unos segundos Juan se acomodo su sudadera, está se había desarreglado un poco por la tonta competencia que tuvo con Spreen, luego entró a la tienda con una sonrisa en su rostro siendo seguido de cerca por su acompañante.

— ¡Aroyitt! — Juan entró y con gran entusiasmo saludo a la chica rubia que se encontraba limpiando con un trapo el mostrador.

— ¡Juan! — La chica devolvió el saludo con una sonrisa, su atención pasó al chico que acompañaba a su amigo. — ¡Hola también a usted señor! —

Spreen devolvió un simple "Hola" y dirigió su atención al mostadror mejor dicho a la que había dentro de la vitrina del mostrador, ahí se podían comteplar diferentes postres que se veían deliciosos.

Aroyitt se percató de esto y sonrió con amabilidad. — ¿Quiere probar alguno? Son deliciosos te lo aseguro. —

— ¿Cuánto costá ese? — Spreen señalo un postre que parecía de banana.

— ¿No quieres otro? Spreen mira, ese se ve muy bueno también. — Juan señaló otro postre que parecía mucho más siemple que el anterior, mejor dicho, se veía mucho más barato que el otro.

Spreen alzó una ceja y lo miró con disgusto. — ¿Me invitas a salir y no me dejás pedir lo que yo quiero? Sos la rata más grande que he visto. —

Juan estaba apunto de defenderse dando diferentes excusas que serían del tipo "no soy una rata, ese neta es mejor" pero la chica del mostrador se adelantó y no precisamente para comentar algo del postre.

— ¿Salir? Oh Dios, ¿están en una cita? —

— ¡No! — Los dos chicos respondieron al mismo tiempo, un leve rubor de vergüenza adornaba el rostro del hechicero y el del chico apasionado por su revista, aunque los dos por diferentes razones.

La chica río por lo bajo a ver sus reacciónes. — Bueno, Juanito, ¿Van a ordenar el postre que quería el señor...— La chica dudo unos segundos hasta que recordó como lo había llamado antes el hechicero — Spreen? —

𝘕𝘰𝘵𝘢 𝘥𝘰𝘳𝘢𝘥𝘢. #𝙨𝙥𝙧𝙪𝙖𝙣Where stories live. Discover now