Capítulo 1.

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Nicolás

4 años después. 

Mientras estoy recosatado con una resaca infernal, ILhan se trepa en mi cama y empieza a brincar, cosa que ignoro porque aun estoy muy cansado y la cabeza me va a reventar por lo que agradezco que no haga bulla me hace rebotar.

—Basta... —balbuceo contra la almohada. 

De repente la cama se deja mover y me alegra que el enano se haya aburrido de molestarme, pero tan solo segundos después me tiran un vaso de agua fría. 

—¡¿Pero qué mierda te pasa?! —le reprocho a la mujer que mantiene un vaso de vidrio plantada en el borde de mi cama. 

—Ese lenguaje —me riñe el enano que me juzga con esos ojos azules y facciones suaves, aveces odio que me recuerde de quien es hermano. 

—Tienes cinco minutos para bajar a la cocina  —me advierte su madre agarrandolo de la mano y se me burla sacándome la lengua. 

Me obligo a pararme y todo me da vuelta, la boca se me ha resecado por todo el alcohol que ingerí anoche en la fiesta de inicio de curso de preparatoria. 

Me lavo la cara en mi baño y me cambio de ropa para evitar la reprimenda de papá Elías, aunque de nada servirá cuando me vea por los mensajes que veo de él y de mamá Blanche. 

Bajo a la cocina y allí están la loca maniática de Thaile con su termo que asumo que tiene batido de arándanos, por el color lavanda de la bebida, e ILhan que está sentado a su lado en el la isla central ojeando una revista. 

—De estas no te salvas —T me pasa una aspirinas —Mamá y Elías están en una reunión con unos clientes de la inmobiliaria, pero esta demás decirte que estás castigado. 

—¿Por beber un poco y amanecerme en una fiesta? —alego —¿en qué siglo viven?

—Oye, cuando vayas a la universidad podrás hacer lo que quieras —me asegura y ya es un speech que tiene con mis padres. 

Por suerte eso está a un par de años de suceder. 

—¿Y yo, maman? —le consulta el niño. 

—Cuando yo me muera, cherie —le responde rozando su nariz con la punta de su dedo índice. 

Él le voltea los ojos descaradamente y sólo puedo negar. 

—Solo por eso, te irás al servicio militar. 

—¡No! —le chilla espantado, se baja y sale corriendo. 

—¡No vayas a comer dulces! —le advierte ella. 

—¡Comeré cinco barras de chocolates! —le canturrea mientras desaparece por la puerta. 

Se pasa su mano por su cara con exasperación y toma su celular.

—¿Como abortar a un niño de cuatro años? —teclea en voz alta pero ese niño es su adoración, su vida entera, vive y desvive por él y está por encima de quien sea. 

Voy por una botella de agua bien fría a la nevera y me tomo mis pastillas antes de que la cabeza me estalle. 

—Oye, ¿lo de ayer tuvo que ver con algo en particular de lo que quieras hablar? —me consulta T soltando su teléfono. 

Se que no es muy habitual que salga de fiesta y me emborrache como los demas aoldescentes ¿ pero porque tendria que haber un motivo para hacerlo?

Quedo con el cejo fruncido. 

—¿A que te refieres? —inquiero. 

—No se —se encoje de hombros —¿no has visto a nadie especial por la casa? 

Tras de ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora