Extra - 1

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Narrador omnisciente

Una semana antes del secuestro de Rosie

La mayor Dubois llena fichas de sus últimos casos en su oficina de la Accia y se dispone a llevárselas a su colega Leah quien recibe los papeles y  los revisa minuciosamente en su cubículo.

—Qué raro —ironiza la rubia —todos terminaron muertos.

Se refiere a los 4 socios extranjeros de Hugo que residían en México acusados de corrupción de menores, pues según la investigación compraban a niñas de entre 14 y 15 años de edad para mantener encuentros sexuales.

—Una pena que me da —le responde en el mismo tono —pero lo bueno es que antes de dar sus últimos suspiros lograron decirme que la célula principal de la organización está en México, algunas de las niñas que rescatamos son de allí y podremos atrapar a Hugo quien al parecer ya tomó contactos con ellos y les va a llevar a mas jovencitas con alias "el güero".

—Bien, cualquier otra novedad te aviso —le responde ella.

—Esta bien, a mi familia le urge deshacerse lo más pronto de esa plasta de mierda —no sabe si es el coraje que le provoca ese hombre o qué, pero un mareo la avasalla obligándola a apoyarse del espaldar de la silla de su compañera.

—¿Estas bien? —le consulta por su repentino tambaleo.

—Si me mareé, es todo —le responde —joder, debí desayunar...

Se queja cuando siente que las fuerzas la abandonan y todo se oscurece a su alrededor al impactar en el suelo.

—Dubois, reacciona —semiconsciente siente como Leah la palmea su mejilla, pero no tiene fuerzas para levantarse y sus ojos se vuelven a cerrar del cansancio.

Minutos mas tarde, poco a poco reacciona en la camilla de la clínica de la Accia.

—Hola, cherie —su esposo quien la alcanzo lo mas rápido que pudo cuando le avisaron —¿Cómo te sientes?

—Como si me hubiera pasado un tren por encima —le dice ella un poco debilitada.

—No, no te muevas —le pide él —descansa un rato para que nos podamos ir a casa.

—Ay, si —se exaspera ella —vamanos, que quiero mi cama y montarte, estaba soñando eso.

Él le sonríe algo sonrojado porque no están tan solos.

—Antes de eso debo sacarte una muestra de sangre, para analizarlas y cerciorarnos de que estás bien —escucha a su amigo.

—Oh, estabas aquí —se mofa.

—Si, Mayor —le responde el asiático —¿Qué sientes?

—Pues me siento más cansada de lo normal, es todo —ella le cuenta acomodándose con ayuda de su esposo en la redicida camilla.

—Ah, y tiene una afición a la sal últimamente y está mas sensible de lo normal —comenta su esposo —lloró escuchando un podcast criminal.

—¡Marc! —se queja —dijiste por el meñique que no lo comentarías con nadie —lo riñe —además, no es mi culpa que el tipo antes de ser un asesino haya sido abandonado por su madre y se quedara solo.

—Claro, me suena ese caso —ironiza el médico preparando la aguja que ella mira palideciendo

—Lo siento, cariño —se disculpa el senador —pero el doctor tiene que saberlo por lo que sospecho.

—Como sea, cree que estoy en estado porque me descuide un per de meses con las pastillas anticonceptivas y además —ella le desvía la mirada al hombre de traje gris y corbata roja —tengo un retraso... —dice casi en un susurro.

Tras de ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora