Capítulo 16.

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Nicolás

—Oye, no te burles —me quejo haciéndole cosquillas por la espalda a Rosie mientras entramos a la mansión.

—Parecias una estatua —se burla de mis poses en la sesión e intensifico las cosquillas  —Basta —se ríe, pero se detiene de golpe. 

Entiendo el porque cuando conecto mirada con Frida que está con el cejo fruncido frente a nosotros. 

—Frida... —logro articular —¿que haces aquí? 

Le pregunto y su frente se arruga con más confusión. 

—Oh, nada —ya empieza con su sarcasmo —solo vine a ver a mi novio que no sólo se portó como cavernícola en mi escuela sino que tampoco me contesta las llamadas ni mensajes... 

—Compermiso, creo que mejor los dejo solos —dice Rosie —Gusto en verte, Frida. 

—Lamento mucho interrumpirlos, pero sí, me gustaría hablar con él a solas... 

—Seguro, gracias por acompañarme —me agredece la princesa ignorando la actitud de mi novia. 

Rosie se desaparece con prisa en uno de los pasillos de la mansión. 

—¿Saliste con ella? —cuestiona y no me gusta su insinuación. 

—No, la acompañé a una sesión de fotos —le explico —mis hermanos me lo pidieron. 

—No sabía que ahora eras su guardaespaldas... 

—No es eso y sabes que no se que a veniste —le reprocho —me dejaste solo. 

—Claro, y por eso buscas otra compañía. 

Siguen con la insinuación. 

—Hablamos después ¿si?

—No, hablamos ahora —se cruza de brazos —¿Qué te pasa? Desde que Rosie llegó no me has prestado la misma atención y hasta te peleas por ella... 

Reclama y le desvío la mirada. 

—Siento que te moleste que haya querido defender a mi familia. 

—¿Seguro que sola le ves como un miembro más de tu familia? 

Cuestiona y tengo que morderme la lengua para no decir una tontería. Solo le asiento. 

—No soy tonta, Nicolás —sigue ella —he visto como la miras y cuando me contaste sobre ella pude ver el cariño que le tenías, pero me tranquilizaba que aún le guardabas resentimiento. 

Se hace un silencio incomodo mientras me rasco el cuello. 

—Pero eso ya cambió ¿verdad?

Le asiento otravez y me le acerco para abrazarla de la cintura. 

—Pero no es lo que insinúas, cherie —le aseguro, aguantando el golpe en la conciencia —ella y yo tuvimos malos entendidos cuando llegué a esta casa, pero ya se arreglaron para bien de nuestra familia, es todo... 

Ella suspira correspondiendo a mi abrazo. 

—Además, si alguien te hubiera hecho lo mismo también lo hubiera matado a golpes. 

Me da un pequeño golpecito de desaprobación en el hombro mostrándome la sonrisa que me cautivó cuando la conocí. 

—Perdoname, hoy no me enojé porque te pelearás sino por quien lo hacías... —Confiesa. 

—Tontita —me inclino buscando sus labios —Te quiero, cherie. 

Y lo digo enserio y lo que menos quisiera es lastimarla, no se lo merece.

Tras de ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora