Ayudando, espiando y atacando

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Rex caminaba de vuelta a su consultorio, llevaba un vaso de café con leche y un jugo de manzana. Tal parece que algo lo hizo querer salir a dar una vuelta.

Abrió la puerta y allí la encontró. Una niña rubia de siete años. La cuál seguía intentando recordar que había sucedido después de que su hermano actuó como una bestia salvaje, al parecer algo le suprimia los recuerdos y el debía de averiguar que era, para ayudarla o morir en el intento, lo que suceda primero.

Lana seguía sujetándose la cabeza, no recordaba bien lo que paso.

—Oye Lana —la llamó Rex.

La pequeña se volteó y lo vio ofreciéndole una jugo de manzana.

—Tal vez beber algo te ayude a recordar —hablo el psicólogo y luego tomó asiento en la silla de su escritorio.

—¡Gracias Linc...! Digo, señor... —Lana vio a un lado y luego al otro, para luego beber el jugo.

Rex la miró pensativo un momento y luego apunto algo en la libreta.

Pasaron unos minutos, Lana se aclaró la garganta, al parecer había podido recordar algo.

Lo miraba indecisa, no sabia si continuar o no.

—Adelante Lana, puedes continuar —habló Rex, mientras le prestaba atención nuevamente y le sonreía con nerviosismo.

Lana se acomodó en su asiento y decidió continuar.

—Pues verá, esa noche casi no pude dormir... —Continuó Lana.

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Ella se movía de un lado a otro en su cama, al parecer estaba muy incómoda. No pudo conciliar el sueño en toda la noche, no dejaba de pensar en su hermano y en su estado actual.

—Aaaahhh... Que buena noche —hablaba Lola mientras se levantaba, se estiraba y se dirigía al baño, no sin antes saludar a su gemela. —Buenos días, hermana no tan hermosa y con piel no tan bien cuidada como la mía.

Lana la volteó a ver con el ceño fruncido, de pronto sintió náuseas tan solo con escucharla hablar. Se levantó de mala gana y tiro las sábanas a un lado.

Ignoró a Lola, quien la veía con una sonrisa confiada. Paso se pasó y salió de la habitación.

—¡Oye, no seas grosera y devuelve el saludo! —gritó Lola claramente ofendida, pero cuando se dio cuenta, su gemela ya no estaba.

Al salir de allí se topo con Luan la cuál se le acercó para contarle un chiste.

—Oye Lana, ¿Por que la ardilla subió al árbol? —empezó con el chiste Luan.

Lana abrió los ojos completamente, cuando escucho la palabra ardilla, le vino a la mente su hermano Lincoln y ese horrible disfraz.

—Pues para ¡AAAAAAAAHHH! —gritó Luan al momento en que Lana le dio un fuerte pisotón en su pie.

—Oops... Lo siento Luan, no te vi —se disculpo y siguió de paso, hasta entrar al baño.

—D-descuida, solo iré cojeando hasta mi habitación... Jajaja, ¿Entiendes?... Au... —Y así lo hizo, se fue cojeando hasta su habitación.

Pasó un rato y Lana se dirigía a la cocina, aun tenía sueño, de pronto un agradable aroma la hizo despertarse completamente, corrió hasta allí y lo vio.

Con su disfraz de ardilla, con una actitud muy alegre y cocinado una pila de panqueques con fresas y chocolate caliente.

A la pequeña se le hizo agua la boca al sentir el delicioso aroma, se acercó lentamente para intentar tomar unos de esos panqueques, pero al estar a unos centímetros de distancia, Lincoln se dio la vuelta y le habló.

La historia de LanaTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon