Locos, otra rara historia y el segundo round

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Claire y Lana se encontraban pensando en que hacer por mientras el hermano menor de la primera y disque psicólogo de la segunda volvía de la tienda.

—¿Qué tal si jugamos en el lodo? —Sugirió Lana.

—No hay lodo afuera Lana —dijo ella.

Lana se lamentó y siguió pensando.

Pasaron un par de minutos hasta que la pequeña habló.

—¿Cómo te volviste rica? —Preguntó ella con curiosidad.

Claire la volteó a ver y se echó a reír causando un dejó de sorpresa en la rubia.

—Bueno, es una historia muy graciosa y creo que puedo contartela —se acomodo en el asiento y Lana hizo lo mismo.

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Todo empezó cuando Rex y yo vivíamos en Rusia con toda nuestra familia de la cuál no nos acordamos ni volvimos a saber de ellos.

En ese entonces la guerra con los nazis volvió todo muy difícil. La producción de piedras iba en descenso, seguramente fue por que nadie las compraba, ya que la gente las podía encontrar tiradas en el suelo jejeje.

Pero lejos de sentirme triste, me sentía feliz. Tenía a Rex a mi lado, ya que las demás eran un montón de niñas fresas sin futuro.

—Oye Rex, ¿Quieres jugar guerra de piedras? —Preguntó una joven Claire de unos diez años.

—Vete al demonio —dijo un joven Rex de muy mal humor mientras la ignoraba totalmente.

Claire no tomó bien eso y agarró una montaña de piedras con sus manos y...

—¡Piedras! —gritó para después lanzar la gran montaña sobre su hermano.

—¡Ah! —gritó Rex mientras quedaba atrapado bajo una pila de rocas.

Un rato después se encontraban peleando por una roca brillante que encontraron por allí.

—¡Es mía! —gritó Claire.

—¡Es mía, yo la encontré! —gritó Rex.

Se formó una nube de polvo mientras peleaban. Así estuvieron por unos minutos hasta que llegó un soldado y los separó.

—¡Suficiente, mocosos! —los levantó a cada uno del cuello de la camisa y los levanto del suelo.

—¡Ella empezó! —gritó él.

—¡Claro que no! —gritó ella.

—¡Silencio! —gritó el soldado pero ni así se callaron.

Ambos se soltaron y enseguida se miraron con odio.

—¡Por tu culpa el señor soldado se enojo! —Dijo Rex.

—¡No, se molestó por tu actitud de tarado! —Gritó ella.

—No niños, no estoy molesto, solo deben... —No pudo terminar.

—¡Eres un idiota! —dijo ella.

—¡Y tu una chica muy torpe! —Dijo él.

—¡Cara de burro!

—¡Cerebro de cabrá!

—¡Pendejo!

—¡Perra!

—Ya niños...

—¡Eres un imbécil!

—¡Te pateare el trasero!

—¡Déjate venir puto!

De la nada empezaron a pelear, causando que al soldado se le safara un tornillo.

La historia de LanaWhere stories live. Discover now