El creador es un traidor

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Ambos se dirigían de vuelta a su hogar, bueno para Lana era un refugio temporal quien sabe de que y para Rex, quien sabe si su estancia allí era permanente o no. El camino a casa era muy silencioso...

—¿Por que usas esa máscara? ¿Eres chico o chica? ¿Te ocultas de alguien? ¿puedo usar una? ¿Es incómoda? ¿Por que no se te ven los pechos cuando la usas?

Bueno por parte de Rex era silencioso, ya que Lana preguntaba y preguntaba sin esperar respuesta.

El hombre solo caminaba y la dejaba hablar. No estaba interesado en responder todo lo que ella preguntaba.

—¡Oye! —le gritó al sentir como la pequeña rubia le apretaba uno de sus pechos. —¡No hagas eso! —Le apartó la mano.

Lana frunció el ceño y se cruzó de brazos mientras caminaba.

—¡Hola Lana! —la saludó alguien a sus espaldas.

Ambos se detuvieron, voltearon rápidamente y se encontraron con una rubia sonriente de algunos diecisiete o dieciocho años, usaba vestido verde claro, también usaba pantuflas. También tenía lentes de sol sobre su cabeza.

—Ah, h-hola Leni... ¿C-como estas? —La pequeña retrocedió un poco, mientras hablaba. Se veía nerviosa y eso no paso desapercibido por Rex.

Se acercó a ella y le habló.

—¿La conoces? —preguntó en un susurro.

—Es mi hermana mayor, Leni —susurró también.

Rex la volteó a ver, la rubia era muy bonita y parecía distraída. Tenía una mano en su mentón y miraba hacia el cielo, seguramente estaba pensando en algo.

—Yo tenía que hacer algo, ¿Pero que era? —se preguntó Leni mientras pensaba.

—... Ven, vamonos —dijo Lana, luego lo tomó de la mano y lo jaló hasta la casa de Claire.

Rex no opuso resistencia, miró por última vez a Leni, ella seguía distraída pensando en quien sabe que.

Un rato después ya la habían perdido de vista.

—¡Oh ya recordé! —dijo ella con una sonrisa, luego puso el ceño fruncido y volteó a ver hacia el frente. —¡Lana debes venir a...! —Ya no había nadie. —¿A quién le estaba hablando? —Se puso a pensar nuevamente.

Ambos llegaban a la casa. Todo parecía normal, hasta que Rex se acercó a la puerta. Estaba a apunto de abrirla. Pero de repente, sintió que algo andaba mal.

—El peligro esta cerca —olfateo el aire y entrecerro los ojos.

Lana lo observó con rareza.

—¿Que dijiste? —preguntó.

—Quédate atrás... —Le ordenó.

La rubia solo se encogió de hombros y le hizo caso.

Procedió a entrar a la casa. Estaba todo oscuro. A medida que avanzaba, lograba ver a los animales de Lana ocultos bajo los muebles, paso por la chimenea y miró en ella, con sus ojos rojos podía ver en la oscuridad. Logró ver a todos los murciélagos metidos allí y se ocultaron más al fondo al verlo.

Una sombra paso rápido por en frente suyo, se dio la vuelta rápidamente y logró verla de nuevo.

Empezó a sudar al sentir una respiración en su hombro.

Se dio la vuelta y allí la vio, una sombra negra con cabello largo, ojos rojos que brillaban con intensidad y dientes muy puntiagudos. Era su hermana.

—¡Me dejaste sola con esas bestias! — Claire señaló al perro Charles, el cuál dormía en el sofá con la panza hacia arriba, dando una linda escena por parte del animal.

La historia de LanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora