O. PROLOGUE

2.1K 171 78
                                    



CHAPTER ZERO

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

CHAPTER ZERO.
' LOOK AT THE GUN '

Las calles de Birmighan siempre fueron frías para andar donde los tonos grises predominaban en cualquier perspectiva, la ciudad preferida para cualquier historia carente de alegrías. El ruido era algo que nunca faltaba en el día a día, era la vida de los menos afortunados de Inglaterra, la clase trabajadora y pisoteada por las élites de Europa. Sin embargo, aquellos gritos de lado a lado, los fogones a mitad del camino, las peleas callejeras a cualquier hora protagonizadas por los mismos ebrios de siempre, el pesado humo que cubría la ciudad era lo que le daba vida al lugar absolutamente dominado por la ley de los Peaky Blinders.

El veinteañero de la familia Shelby, John, caminaba por el callejón con una seguridad totalmente única. Su abrigo negro combinaba con su costoso traje demasiado fino para lucirlo en un sitio donde la comida carecía en la mayoría de los hogares. Donde el peligro estaba a la vuelta de la esquina. Donde la policía lo tenía en la mira, atentos a cualquier movimiento fuera de lugar para detenerlo a él y a cualquiera que perteneciera al clan Shelby.

Ese día tomó un atajo desde su casa hasta el bar del mayor, Arthur Shelby, después de fijarse en la hora y darse cuenta de que estaba atrasado para la reunión familiar. Hasta que solo le fue necesario dar un paso fuera de aquel desolado callejón cuando a un lado de su oreja escuchó el sonido característico del martillo del revólver que giraba el tambor que contenía las balas a centímetros de distancia. Frenó en seco, sin apartar la vista de su camino. El frío borde contra su rostro no le causó escalofrío alguno, esa claramente no era la primera vez que le apuntaban con un arma, así que John no se vio remotamente intimidado.

── Mira el arma── ordenó una voz femenina. John tragó saliva de forma inconsciente, aquel acento de Coventry la delató.

El rubio giró su vista lentamente con una actitud soberbia sin que su el ritmo de su corazón se viera alterado, no obstante cuando se cruzó fijamente con los marrones ojos de su esposa sobre él sosteniendo la pistola directo a su cabeza, en el fondo se puso en alerta.

Rosalie.

── Mira el arma── repitió la castaña sin dejar de apuntarlo. John esta vez obedeció── ¿Es tuya?

── Sí.

La mujer soltó un bufido de molestia, negó con la cabeza para después pegarle una cachetada con su mano libre tan fuerte que el hombre perdió el equilibrio, terminando por caer al sucio suelo.

── ¡Mierda, Rosalie!── exclamó John Shelby parándose inmediatamente mirando a su esposa que bajó el arma. La gente que pasaba se volteaba a ver, no obstante al tratarse de ellos no se entrometían── ¿¡Qué demonios te pasa!? ¿¡Qué fue eso!?

── ¿Qué fue eso?── repitió con el ceño fruncido── ¡Sorprendí a los niños jugando con esto por la calle!── exclamó Rosalie tomando la chaqueta de John── Además, estaba cargada. Finn casi me vuela una puta mano por tu culpa.

── Qué se yo, quizás la sacaron de mi bolsillo mientras dormía── se excusó tratando de calmarse después de lo ocurrido.

── Tu hijo dijo que la encontró en el borde de la mesa en la cocina, John Shelby── soltó la mujer ladeando la cabeza hacia un lado mirando la actitud nerviosa su esposo── Con las jodidas balas adentro.

── Quizás... mierda.... qué se yo, Rosalie── divagaba palabras sin mucho sentido── Estaba ebrio.

Rosalie Shelby se quedó en silencio, suspiró acercándose un par de pasos a su esposo, tomando el borde de su costosa chaqueta, tirándola hacia ella con fuerza, susurrándole: ── ¿Piensas que esto es solo un accidente?

── Mira, Rose... lo siento, en serio── se disculpó usando el apodo que solo él usaba, logrando que lo soltara── Te juro que no va a volver a ocurrir.

Las palabras de John sonaban completamente sinceras para tratarse de él, partiendo con que él nunca se disculpaba ni con sus propios hermanos, por lo que Rosalie apreció el gesto, bajó la guardia no sin antes dejar una última advertencia cargada de dominancia.

── Esto queda entre nosotros si juras no volver a dejar tus malditas armas por la casa como si se trataran de putos floreros en cada esquina── soltó mirando fijamente a John solo asintió. Rosalie también asintió, habían llegado a un acuerdo, así que la castaña le pasó la pistola tomando el cañón con su mano── Guarda esto.

Inmediatamente, John tomó de la mano de su esposa el revólver, notando un detalle que decidió omitir por ese momento.

── Te queda bien── dijo él.

── ¿De qué hablas?

── El arma── respondió guardando la pistola bajo su abrigo── Te ves sensual.

La castaña frunció el ceño soltando una corta risa.

── Maldición, John, sé que es difícil mantener una casa con cuatro hijos── comenzó a decir ella con un tono más calmado── Pero no tenemos más opción que hacerlo funcionar.

── No tenemos otra opción── repitió sus palabras con cansancio. Después señaló con la cabeza la mano de la mujer── Veo que no lo tiraste a la basura── añadió señalando el costoso anillo de oro en el dedo de Rosalie.

Ella miró su mano con una sonrisa ladeada, un gesto que había adoptado de su marido: ── Bueno, si estoy casada tendré que usarlo, ¿no? Además, creo que me queda bastante bien.

Iban progresando. Muy lento, pero el tiempo estaba haciendo su trabajo con el joven matrimonio.

── Nos vemos, señora Shelby── se guardó las peligrosas ganas de besar su mejilla.

── Te espero en casa── le respondió con el mismo tono, al final soltó una risa por lo idiota que se sentía.

── ¿Entonces así va a ser ahora?── cuestionó John alzando una ceja── Me vas a esperar sentada y vas a preguntarme: ¿Estas son horas de llegar?

Rosalie Shelby lo quedó observando un segundo y luego rodó los ojos.

── Cállate── dijo riendo.

John miró a Rosalie alejarse por la calle sin darse cuenta de que estuvo observándola atentamente hasta que la vio desaparecer entre el resto de la gente que se volteaba a mirarla sabiendo que era la nueva integrante de la familia Shelby. Los otros murmuraban a espalda, a lo que su esposa solo seguía con la cabeza en alto, sabiendo que su inesperada presencia se había convertido en la novedad de Birmigham. John se tocó la mejilla donde lo habían golpeado soltando una risa de recordar un par de minutos hacia atrás como esa mujer tuvo el valor de regañarlo.

Se había casado con una total matriarca. Y vaya que le gustaba.

Burning Pile.  (John Shelby)Where stories live. Discover now