¿𝑆𝑒𝑛𝑡𝑖𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠?

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Ambos jóvenes llegaron al hueco debajo de las escaleras con rapidez. Por suerte no había nadie en la escuela, ya todos se habían ido. Así que tenían poco tiempo, no querían quedarse encerrados. Aunque... la idea no sonaba tan mal.

Dejaron sus mochilas en el suelo y todo sucedió muy rápido. Sus bocas se unieron ansiosas, con ganas, rozando y moviendo sus labios en sentido contrario al otro. Robando sus alientos mientras el cuerpo de el más pequeño se mantenía pegado a la pared. MoonBin nunca había sentido algo tan placentero. Estaba excitando. El castaño sabía justamente como hacerle perder su juicio con toques tan simples. MoonBin dejó que su mano se aventurara por su espalda y cintura hasta llegar a su trasero. Era firme y... a la vez tan pomposo. Le encantaba.

El beso se intensificó y ninguno parecía querer tregua. MoonBin lo aplastó en la pared con su cuerpo, sin dejar de besarlo, sin dejar de probar hasta el último aliento, sin limitarse ni apenarse de introducir la lengua en su cavidad bucal, saboreando cada centímetro de su cálido y húmedo espacio. DongMin soltó un gemido mientras hacía puñitos con el buzo de MoonBin.
Sonrió contra sus labios. Abandonó su trasero para ascender su mano a su cintura y levantar un poco la camiseta, acariciando así su tibia piel.

— Bin... — Gimió contra sus labios. El mayor se separó para mirarlo, un hilo de saliva los unía.

— Dime... — Musitó con la respiración entrecortada, excitado. 

— Y-Yo...







— ¡¡MoonBin!!

El pelinegro abrió los ojos de golpe sobresaltado. Enfocó el rostro serio de su madre. Estaba colorada y sudada, quizás por el esfuerzo de levantarlo. Tiene un serio problema con el sueño pesado.

— Mamá... ¿Por qué carajos me levantaste tan temprano? — Le reclamó frotandose el rostro.

— Son las siete MoonBin, se te va hacer tarde para la escuela. Tengo como desde la seis y media intentando despertarte

— Ah bueno — Dijo con desinterés.

Ella enarcó una ceja, lo miró con acusación de lo cual MoonBin se sintió más nervioso.

— ¿Qué... pasa? — Preguntó lentamente, algo nervioso.

— MoonBin — Se acercó a él — ¿Tuviste... algún sueño húmedo?

¿¡Qué!?

El rostro de MoonBin se puso colorado. Su corazón empezó a latir rápidamente. Hizo un espacio en su mente y recordó lo que había estado soñando. Sus ojos se agrandaron.

— ¡N-no! — Vociferó. Ella frunció el ceño y se cruzó de brazos — ¿De dónde sacas esa tontería?

— Estabas soltando jadeos mientras duermes y... también, Dios, no tengo ni que decirte lo que tienes — Desvió el rostro

MoonBin bajó la mirada y se dió cuenta de la gran erección que se hacía notar en la delgada sábana. Tomó un cojín y se lo colocó rápidamente.

— ¡Ya deja de decir tonterías! Sal de mí cuarto

— ¡A mí no me hablas así! — Hizo un ademán de pegarle a lo que MoonBin se encogió.

— Como sea. Sal mamá, me voy a bañar. En un rato bajo a desayunar

— Bueno... — Suspiró rendida. — Y ve a ver cómo te quitas eso. Cochino — Dijo antes de salir de la habitación

— ¡Mira quién habla! — Le gritó molesto.

Me enamoré de ti ᴮⁱⁿʷᵒᵒ (Gay) Where stories live. Discover now