𝑪𝒂𝒋𝒂 𝒅𝒆 𝑷𝒂𝒏𝒅𝒐𝒓𝒂

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— ¿Cómo dijiste? — Lo reto el atacante, perplejo por la reacción tan impasible del pelinegro.

DongMin empezó a sofocarse. Pensaba que MoonBin había perdido la razón por completo ¿Cómo va a insultar a alguien que tiene un arma filosa en las manos?

Sintió la respiración nula y caliente, estaba incómodo y quería desmayarse.

— Lo que escuchaste ¿Acaso eres tan marica que tienes que usar un arma para provocar terror y obtener lo que quieres? — Habló MoonBin con aspereza, buscando provocarlo para que se aleje de DongMin — Vamos, si quieres lo que hay en mi bolsillo, ven como los hombres — Y le mostró los puños.

— ¿Estás… loco? — DongMin ensanchó los ojos horrorizado.

— ¡Ja! ¿Quién crees que eres? — Bramó el hombre. — No tengo tiempo para juegos, ¡Dame la maldita billetera o no dudaré en darte una puta puñalada!

— ¡Ven por ella hijo de puta! — Lo reto MoonBin dispuesto a comenzar una pelea.

El hombre exasperado y con las venas sobresaliendo por la sien de su cabeza por el atrevimiento de ese chiquillo, corrió hacia donde estaba el pelinegro. DongMin dejó de respirar en ese momento. Un montón de escenarios catastróficos pasaron por su cabeza. Lo único que veía era la gran desventaja que MoonBin tenía al ver como el alma filosa se abalanzaba a él.

— ¡No…! — Gritó el castaño.

Pero en vez de ocasionar un rasguño, MoonBin logró tomar fuertemente su mano. El hombre forcejeó para que la navaja llegará hasta su cara, pero no era fácil, él también era fuerte y no iba a dejársela fácil.

— Muy machito, eh… — Se burlaba MoonBin a través del forcejeo. El hombre apretó los dientes y decidió tirar el arma en el piso, entonces así se cuadró inmediatamente y le soltó un puñetazo al menor.

Las alarmas de DongMin se dispararon, entonces quiso correr hacia donde estaba MoonBin para saber si estaba bien.

La intensa mirada del pelinegro hizo que desistiera de cualquier movimiento.

— Ve a buscar la policía — Le ordenó MoonBin. — Yo mantendré entretenido a este hijo de puta

— ¿Qué…? — Musitó DongMin. El miedo y adrenalina no lo dejaba caminar. Sentía sus pies temblorosos.

— ¡Que vayas a una maldita comisaría! — Le gritó el pelinegro.

DongMin negaba aterrorizado. No quería dejar a MoonBin, tenía miedo de que el sujeto le hiciera daño.

El hombre frunció el ceño y después sonrió.

— Vamos putito, atrévete a denunciarme — Miró a DongMin con burla y retandolo. De alguna manera logró darse cuenta que el castaño era el más pendejo.

DongMin asintió lentamente. Tragó saliva con fuerza y se dió la vuelta para correr. Pero ni bien puso el pie en el lado contrario cuando escuchó fuertes pisadas. Al darse la vuelta palideció al ver como MoonBin y el chico se estaban moliendo a golpes y forcejeos.

Pensó en gritar y claro que lo hizo.

Definitivamente entendía porque era la burla de MoonBin. Le daba miedo y terror el simple hecho de salir lastimado o pelearse así con alguien. No, él se iba más por la paz. Prefiere darle los objetos que trae, a fin de cuentas, su vida era más valiosa.

Iba a irse cuando un metal resonó al pisarlo. Al mirar abajo se dió cuenta que era la navaja que anteriormente el tipo llevaba consigo. Bingo. Tal vez era muy arriesgado lo que iba hacer, pero no quería dejar a MoonBin solo

Me enamoré de ti ᴮⁱⁿʷᵒᵒ (Gay) Where stories live. Discover now