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Días habían pasado desde tal encuentro entre el rey y la princesa

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Días habían pasado desde tal encuentro entre el rey y la princesa. Shuri había tratado de ignorar dicho suceso e intentaba continuar con su vida, mientras tanto por otro lado en la nación submarina el rey no paraba de lamentarse por querer seguir sus impulsos e incluso poner no solo su nación sino también su corazón en las manos de la joven princesa wakandiana.

Tantos años existiendo y gobernando su nacion submarina como para que un día quisiera dejar todo aquello por una simple humana.

¿Estaba loco?

Tal vez y  todo había sido una confusión por su parte. Su pueblo y la proteccion de este eran primero. Su nación era su mayor responsabilidad y no debía ni podía dejarla de lado solo por un supuesto enamoramiento. Era tonto.

— ¿Sigues pensando en la princesa? — preguntó Namora con un tono burlón interrumpiendo los pensamientos del rey.

— ¿No deberías estar en algún otro lado? — habló el rey mientras jugaba con las plumas de su penacho y ponía cómodo en su enorme trono.

— Tal vez si, pero tengo curiosidad — Namor rió — ¿Donde estabas anoche?. No me digas que fuiste a la superficie solo por ella.

— Si y ya entendí que estuvo mal. No debí dejarme llevar por mis impulsos y ya no volverá a pasar — aclaró el rey a lo que Namora lo miro incrédula.

— Hace un año querias destruir Wakanda, sin importar qué, Namor. Asesinaste a la reina y madre de esa princesa. Pusiste en riesgo a tu nación gracias a ese enfrentamiento y ahora tú estas encaprichado con Shuri. Quien por si no recuerdas casi te asesina. ¿Has pensado siquiera? — lo regaño.

— Silencio — soltó molesto.

— Es solo un capricho, Namor — insistió Namora.

— He dicho silencio — gritó el rey con notable furia mientras golpeaba su trono provocando un enorme estruendo en el agua — Te recuerdo que yo soy tu rey, Namora y ni tú ni nadie puede cuestionarme — la pelinegra bajo la cabeza.

— Entendido, majestad. Con su permiso — dijo para luego retirarse dejando al rey solo.

Namor dejo salir un largo suspiro y continuo jugando con las plumas de su penacho.

¿Qué era lo que pasaba con él?

Malhumorado cumplió con todas sus tareas reales hasta que llegó la tan esperada noche. Namor se encontraba ansioso, ya que esperaba el dichoso llamado de la princesa, pero no sucedió. Hora tras hora el rey iba de un lado a otro esperando.

Nuevamente sintió como su pecho se apretaba y se hacia pequeño tal y como las noches anteriores. Se maldijo una y otra vez por ser tan crédulo con dicho llamado. Era imposible que Shuri lo llamase o al menos eso creía hasta que antes amanecer escuchó el llamado.

Sus ojos se iluminaron e inmediatamente emprendió su viaje hasta donde se encontraba la princesa. Nadaba lo más rápido posible e incluso daba saltos de alegría en el inmenso océano.

A un par de metros de la playa noto algo raro a lo lejos. No era Shuri. Era un pequeño niño jugando con la caracola.

La ira lo invadió inmediatamente y sin importar qué salió del mar y se acercó al niño provocando que dicho se asustara.

— ¿De donde sacaste eso? — preguntó furioso mientras tomaba la caracola de las manos al pequeño.

— Hey, eso es mío — dijo el niño mientras empezaba a forcejear con el rey.

— Suéltalo — habló Namor irritado.

— Suéltalo tú — el niño le piso una de las alas a Namor provocando que este se quejara.

— Hasta aquí — habló colmado de la paciencia listo para empujar al niño, pero fue entonces cuando alguien lo empujó a él.

Esas manos las conocía y la fuerza ni hablar.

— Aléjate de él — escuchó Namor mientras caía al suelo arenoso — ¿Estas bien? — preguntó la voz femenina al pequeño niño quien reía sin parar.

— Yo podía con él — habló el niño a lo que Shuri negó repetidas veces y soltó una risita.

El corazón de Namor dio un vuelco hacia atrás cuando vio a la princesa.

— Shuri — susurró Namor mientras se ponía de pie.

— ¿No te dije que no regresaras? — habló molesta mientras se ponía por delante de su sobrino quien miraba confundido la escena.

— Si, yo lo sé, pero pensé que habías cambiado de opinión y querías que yo — Shuri le lanzó la caracola interrumpiendolo — Carajo — maldijo.

— Qué sea la última vez que te acercas a él, Namor — amenazó Shuri.

— ¿Quien es? — preguntó Namor.

— Soy Toussaint — habló el niño a lo que Shuri le cubrió la boca provocando que este se riera e intentaba hablar con la mano de dicha en su boca.

— Eso no es de tu incumbencia, Namor — dijo Shuri a lo que Namor alzó una ceja burlón.

— ¿Quien eres? — preguntó nuevamente el rey a lo que él niño quitó la mano de su tía y respondió.

— T'Challa príncipe de Wakanda hijo del rey T'Challa — Shuri intento callarlo, pero ya era muy tarde así que se dio por rendida — ¿Y tú? — preguntó con curiosidad el pequeño.

— Yo soy Kukulkán soberano de Talokan, pero puedes llamarme Namor— respondió mientras saludaba al pequeño príncipe con su saludo tradicional.

— Es un gusto, Namor — habló para luego juntar sus brazos y saludar al rey con su saludo wakandiano.

Shuri por otro lado se mantenía alerta y miraba para todos lados asegurándose de que solo fuesen ellos tres.

— ¿Me permite hablar con su tía, majestad? — pidió el rey a lo que él príncipe asintió sonriente — Lamentó nuestro reciente encuentro, pero juro que no volverá a suceder — le guiño el ojo al pequeño príncipe quien rió.

— Tranquilo. Soy un príncipe piadoso — sonrió a lo que Namor rió — Adiós, Namor — se despidió para luego marcharse dejando solos al rey y a la princesa.

Shuri se dio media vuelta lista para irse, pero Namor la tomó de la mano impidiendo que dicha se fuera.

— ¿Por qué no me llamaste? — preguntó con cierta desilusion en su tono de voz.

— ¿Para que hacerlo? — respondió la princesa con frialdad.

— ¿No lo has pensado si quiera? — la princesa negó sin darse la vuelta.

Namor soltó la mano de Shuri para luego dejar salir un largo suspiro de frustración a lo que la princesa volteo a verlo y al hacer eso vio al rey poco a poco entrar en el agua.

— Namor — lo llamó a lo que este volteo inmediatamente.

— ¿Si? — preguntó.

— ¿Te gustaria acompañarme esta noche? — Namor sonrió levemente para luego asentir.

— Me encantaría, princesa — dijo para luego seguir con su paso hacia el mar.

Namor se marchó dejando sola a la princesa quien dudaba si había hecho o no lo correcto.

Tal vez y después de todo si lo había hecho.

ᴍɪ ɴᴀᴄɪᴏɴ / ɴᴀꜱʜᴜʀiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora