💀 Capítulo 8. No llores más

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Viktor respiraba la libertad como un humano tomaba una bocanada de aire al emerger del agua

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Viktor respiraba la libertad como un humano tomaba una bocanada de aire al emerger del agua.

Estaría mintiendo si dijera que estaba seguro de que Lazarus Solekosminus lo sacaría de su encarcelamiento. Tenía grandes razones para desconfiar en él y nulas para darle mínimo voto de fe. Sobre todo tomando en cuenta la amenaza que le hizo antes de marcharse:

«Si te rehúsas a cooperar... Te condenaré a sentencia de muerte».

La sentencia de muerte todavía existía en la Sociedad Ulterior, de hecho, era una de las prácticas más comunes para criminales que se denominaban "irremediables". Por fortuna, Viktor no era uno de ellos, o al menos no antes del detective Solekosminus.

«¿Detective? La mierda». Pensó con un bufido. Si le guardaba algo de respeto, era porque lo tenía amenazado y le convenía para sus intereses. Quería encontrar a Dorian, sí, ¿respetaría de manera honesta al vampiro pasivo agresivo? Por supuesto que no.

Pero más allá del mal inicio con Lazarus, Viktor no podía sacarse de la cabeza la idea de Dorian vivo, respirando... atrapado. La teoría de Solekosminus es que Dorian se convirtió en un asesino silencioso de Anomalías Prohibidas con el poder de su voz hipnótica, pero si así era el caso, Viktor dudaba mucho que fuese por su propia voluntad. No, estaba seguro de que ese no era su Dorian. Él nunca arrebataría una vida, no por gusto.

Exhaló, miró el cielo tardío afuera de la prisión de vampiros, y estaba a punto de marcharse cuando escuchó una voz a sus espaldas:

—¡Hey, Zalatoris!

Viktor supo que se trataba de Eriante Lugosi, el vampiro que insistió en ser su rival cuando entrenaban juntos en la academia de Verdugos. Se volvió hacia atrás de mala gana.

—Lugosi —masculló con fastidio—. ¿Qué diablos se te ofrece?

Lugosi esbozó esa amplia y golpeable sonrisa suya, y enarcó las cejas.

—Qué manera más educadamente grosera de responder —señaló.

—¿Esperabas que te recibieras con bombo y platillo? —inquirió—. Afortunadamente no nos hemos visto en más de seis meses, pero créeme que mi desprecio hacia ti no ha cambiado.

—Vamos, Zalatoris, no vine aquí a pelear —aseguró y le dio una palmada en la espalda, muy a disgusto de Viktor, para después olfatearlo—. Apestas, por cierto.

—Te reitero la pregunta, Lugosi. —Se apartó—. ¿Qué diablos se te ofrece?

El vampiro de mechas azules suspiró y rascó su nuca. Con esa expresión de incomodidad se veía incluso más joven, Viktor no sabía con precisión a qué edad fue transformado, pero calculaba unos diecinueve años.

—Vine a darte mis condolencias —admitió por fin.

Viktor se carcajeó de tan solo escucharlo.

—¿Qué diablos dices, Lugosi? —se burló—. ¿Condolencias? ¿De cuándo acá te importa alguien más que tu reflejo?

Vampire AnomalyWhere stories live. Discover now