💀Capítulo 17. No lo dejes caer

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¿Qué es la muerte?

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¿Qué es la muerte?

¿Acaso es un descanso eterno? ¿Acaso es un escape? O, tal vez... ¿Una prisión que hacen pasar por paraíso? ¿Quién determinaba el valor del alma? ¿Cuántas lágrimas había que llorarle para pagar el precio de su paz?

El Salvador se hizo la misma interrogante una y mil veces desde que despertó siendo algo que no debía ser, un monstruo. Se la hacía porque estaba consciente de que, tarde o temprano, este pseudo propósito que le dio su adorado Padre Común, cobraría su precio.

Asesinaba a sangre fría, algunos no sufrían, otros sí, pero eso no importaba, al final una muerte era una muerte. ¿Y con qué más se cobraba la sangre sino es con sangre? Ojo por ojo, diente por diente, vida por vida. El Salvador creía que lo justo era que en algún momento pagara el precio por sus pecados, de hecho, no esperaba otro resultado. O eso creía cuando apareció Viktor Zalatoris.

¿Acaso surgió otro resultado? ¿Otra opción? ¿De verdad tenía el derecho a conservar la vida?

Por supuesto que lo tenía, de ello se percató hace muchos años, pero solo hasta ahora se atrevía a reclamar lo que era suyo de nacimiento.

Aunque era un hechizo difícil y desgastante, logró hacerse del cuerpo de Dorian, analizando sus alrededores, viendo a través de sus ojos y compartiendo sus pensamientos y recuerdos, pero como sabía que tenía poco tiempo, se apresuró a escabullirse del departamento del pelirrojo llamado Roderick y subió al tejado del edificio. El vampiro Zalatoris no tardó en darse cuenta de su ausencia y lo siguió, llamando su nombre.

«Perfecto». Pensó mientras retrocedía hacia la orilla del edificio. Tenía seis pisos de altura, había pavimento esperándolo debajo. Si se tiraba hacia atrás, Dorian se golpearía la cabeza y se rompería el cuello, moriría sin cavidad a duda.

Pero la intención no era morir, para nada, sino probar algo, compraba un detalle que, a futuro, podría resultarle sumamente conveniente. No podía dejar ninguna interrogante al azar o a la suerte. No creía en ninguno.

Viktor terminó de subir las escaleras en un santiamén y se quedó petrificado al ver a Dorian parado a un paso de la muerte.

El Salvador —en el cuerpo de Dorian— esbozó una sonrisa maliciosa y levantó ambos brazos al aire para ponerlo más nervioso. Un solo movimiento en falso y sería el fin.

—¡Hola, Viktor! —exclamó–. Me alegra que vengas a presenciar la muerte de tu amado.

Viktor dio un cauteloso paso hacia delante, extendiendo el brazo derecho.

—No des un paso más. No te muevas —ordenó, asustado—. Dorian, por favor, ¿qué estás tratando de hacer?

—Creo que recapacité —respondió y comenzó a pasearse a través de la orilla del techo. No sentía miedo, pero su corazón latía tan rápido que supo que era producto de la adrenalina—. No debí haber destrozado esa pastilla de veneno.

Vampire AnomalyWhere stories live. Discover now