𝟎𝟐. 𝐂𝐮𝐥𝐥𝐞𝐧 𝐇𝐨𝐮𝐬𝐞

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           Jane Doe, como Emmett la llamaba al desconocer su nombre, se pasó el viaje a Forks en un extraño silencio

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Jane Doe, como Emmett la llamaba al desconocer su nombre, se pasó el viaje a Forks en un extraño silencio. Extraño ya que Coralena no era una persona de precisamente pocas palabras.

         No fue hasta media hora antes de llegar que decidió dirigirles la palabra:

         —¿No tienen que pasar a buscar a algún otro viejo amigo de la familia?

         Le extrañaba que si tanta ayuda necesitaban, no hicieran más paradas. Parecían desesperados en que ella los acompañara, no debían haber tantos voluntarios a ser testigos.

         Rosalie se sorprendió al oír su voz, aunque más que nada llevaba horas sorprendida. Era difícil de creer que una chica con aquella discapacidad pudiese manejarse tan bien por bosques llenos de árboles y terrenos con muchas desviaciones. La agilidad describía perfectamente a quien era su acompañante. La desconocida no había caído ni chocado ni una sola vez. Lo dejo pasar adjudicándole esta habilidad a sus sentidos súper desarrollados, cosa que no era del todo mentira.

          —Tu eres la última, fue toda una sorpresa cuando volvimos de Asia con algunos amigos de Carslile y nos encontramos una carta que había dejado nuestro hermano indicando dónde podíamos encontrarte, aunque no especificó quién eras, supusimos que eras alguien determinante para salir victoriosos. Después de todo Jasper no se anda con estupideces —sentenció la rubia.

          —Ergo, significa que Jasper no está aquí...

          —Se fue con su esposa, están buscando una manera de ayudar... —Emmett pareció dudoso de lo que declaraba—. Todos te están esperando a ti, deberíamos apurarnos.

            Los bosques de Forks la acobijaron de manera familiar a la parisina. Había vivido la mayoría de su infancia en Inglaterra, país que compartía características climáticas con el pequeño pueblo estadounidense. En resumen; Forks le gustaba.

Por el camino Rosalie y Emmett le explicaron la distribución de territorios; la manada, los lugares donde puede alimentarse y donde no, el tratado. Coralena solo asentía con la cabeza, pensativa. La dieta que llevaban estas personas, vegetarianas, no le llamaba en lo más mínimo. No los entendía ¿por que tanto esfuerzo en preservar la especie humana?

Coralena odiaba a los humanos, no a todos, ya que las personas que visitaban su cafetería favorita o le ayudaban a cruzar la calle eran realmente maravillosos, pero existía cierto resentimiento y desprecio a aquel que caminaba por la tierra perjudicando la vida de los otros. Ella había vivido en carne propia las consecuencias de los humanos y sus ideologías. Ella había perecido por culpa de ellos, no le daba ninguna culpa el quitar del camino a quienes usaban su fuerza, ingenio o poder en contra de los más débiles.

            Una estructura de cristales se vio a lo lejos. Desde donde estaban un ojo humano no podría ver lo que ellos observaban, aún estaba oculto para la vista humana. Los ojos de sus acompañantes, le permitieron ver la fortaleza a la que se acercaban, fortaleza que cabe recalcar, Coralena ya había notado estaba infectada de inmortales. Ella no pensó que serían tantos los que se sacrificarían por la causa, cosa que hablaba bien de sus anfitriones.

𝐁𝐄𝐇𝐈𝐍𝐃 𝐓𝐇𝐄 𝐋𝐄𝐍𝐒𝐄𝐒 | Edward CullenWhere stories live. Discover now