𝐁𝐄𝐇𝐈𝐍𝐃 𝐓𝐇𝐄 𝐋𝐄𝐍𝐒𝐄𝐒 | Edward Cullen

𝟏𝟎. 𝐀 𝐟𝐚𝐦𝐢𝐥𝐲

—¿No deberías estar con todos en la fogata? Garett está contando devuelta la historia de como casi mata a Napoleón.

Coralena está sumergida en la oscuridad. Y no lo digo literalmente, ya que está en una sala con todas las luces prendidas, me refiero a que cuando está sola, sin que nadie la rodee, ella no puede ver nada. No puede robarle la vista a nada y eso es algo que la relaja.

Luego de descubrir su don, la vampira empezó a negar el hecho de que estaba ciega. Es como cuando mientes tanto con algo que luego olvidas que es mentira y lo sumas como una nueva característica tuya, ni lo dudas. A mi me ha pasado muchas veces, miento seguido con quien soy. Volviendo a Coralena, estuvo años y años manteniéndose al lado de personas con las que no disfrutaba solamente para eso, para no quedarse en la oscuridad.

Y por eso, masoquista como es ella, le venía bien recordarse como era la realidad. Ella estaba ciega.

—Estaba admirando la belleza de no ver nada —dijo como si filosofara sobre la existencia del humano y a la vez de su depredador.

Edward tomó asiento a su lado. Coralena no podía ver lo que estaba haciendo, pero si podía ver lo que él veía: a ella.

—¿Cómo se siente?

La violinista ya sabía de que hablaba con solo escuchar su tono de voz, curioso y melancólico.

—Es como estar muerto. O por lo menos apunto. Sientes todo con más intensidad, el movimiento, el ruido. Todo parece alejado de ti aún cuando las personas están en constante movimiento a tu lado.

«Todos se empiezan a olvidar que estás ahí, empiezan a pensar que además de ciega eres sorda. Hablan de más a tu lado sin saber que estás ahí, aunque eso no está tan mal. En ese momento es en el que aprendes que si las personas no te miran la única manera de comunicarte es alzar la voz.

—Es fácil ignorar a un ciego, a un sordo o a un mudo. Lo único que debes hacer es darte la vuelta y no escucharlo o no mirar su lenguaje de señas. Así se siente; desconectado.