𝟎𝟔. 𝐒𝐞𝐦𝐚𝐧𝐭𝐢𝐜𝐬

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      Muchos no le tendrán la fe que yo le tengo a Coralena

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      Muchos no le tendrán la fe que yo le tengo a Coralena. Muchos desconocerán del arte de las palabras y la manera tan fácil qué hay para manipularlas. Y ella es una profesional en ello, sabe jugar con las palabras como ninguna, sabe mezclarte y aun así engancharte.

—¿Te gusta, mi reina?

La voz de Caius en su cuello la trajo devuelta a la realidad, su nueva realidad. Su rostro se volteó hacia el quien se encontraba a su espalda, rodeándola con sus fríos brazos. Lo único que los separaba eran el camisón carmín de ella y los boxers negros de él, y sin embargo Coralena se sentía tan lejos de ahí.

Las manos de Caius rodearon las suyas y juguetearon con el anillo que la mantenía encarcelada a ella. Si bien lo hizo con cariño Cora lo sintió como se regodeaba. Caius besó su mano con devoción, beso el anillo que ella poseía en el dedo anular.

La distancia entre ellos solo generaba más calor en el ambiente, más deseó. Obsesión. Y en cada beso que dejaba Caius sobre Coralena dejaba ver un poco de eso. Poco a poco.

La cabeza de la francesa cayó en su pecho y ambos se acostaron en la cama, esa que tenía las mejores telas y las más grandes proporciones. El Vulturi la presiono contra su pecho y la hizo rodar, así quedando el encima de ella. Dominante. La miro como si fuese suya, porque en aquel momento así era. Se había cerrado el trato.

—Me encanta.

Coralena sacó a relucir su sonrisa juguetona mientras depositaba sus delicadas manos en los hombros de él. La venda negra en sus ojos no le impedía ver, ella veía más que nadie.

La luz roja llenaba la habitación, a muchos les recordaría a algún burdel de mala muerte en Ámsterdam, a otros como yo nos remontaría a la elegancia en lo oscuro. A la toxicidad del deseo. Tengo muchas historias que contar, muchas que sucedieron en esa misma habitación de luces rojizas. Pero ninguna tan importante cómo está:

Los labios de Caius buscaron con desesperación los de Cora, se cerraron sobre ellos, le quitaron el aire. La presionó contra la cama mientras sus manos iban por toda ella, poseyéndola. Marcándola como suya. Se alimentó de cada gemido que ella soltara, se sació de ello.

𝐁𝐄𝐇𝐈𝐍𝐃 𝐓𝐇𝐄 𝐋𝐄𝐍𝐒𝐄𝐒 | Edward CullenWhere stories live. Discover now