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"¿Vale la pena seguir viviendo?"

Se preguntó mentalmente mientras observaba los autos pasar a gran velocidad frente a ella. Era más de media noche y, como era de esperarse, no había tráfico a esa hora y por eso los autos se permitían aumentar la velocidad considerablemente.

No tenía idea de cómo había logrado escapar de casa siendo más de media noche, ni cómo había terminado en ese lugar tan desolado. De hecho, no recordaba nada de lo que pasó desde el funeral de su hermano mayor hace algunas semanas. Era como si tuviera la mente perdida y en blanco desde aquel día.

—¡Sal de ahí mocosa! ¡¿Acaso quieres que te maten?!— vociferó uno de los conductores desde su vehículo.

Haerin se sorprendió por aquel grito y se dio cuenta de que estaba demasiado cerca de cruzar aquella peligrosa autopista. Los autos iban tan rápido que podía sentir la adrelina recorrer todo su cuerpo. Cerró los ojos por un momento, deseando que aquella sensación de peligro borrara todo el dolor y tristeza que sentía. Esperando que así dejara de sentirse vacía e insignificante.

"Dicen que el día más difícil para amar a alguien... es el día que lo pierdes para siempre."

Las lágrimas empezaron a correr por su rostro cuando recordó las palabras que su padre había dicho al estar parado frente a todos el día del funeral. Su padre parecía estar tan sereno frente a los demás, pero al llegar a casa pudo verlo derrumbarse por completo.

Había pasado más de una semana y él no parecía recuperarse de la perdida de su hijo, y siendo honestos... Haerin tampoco.

— Oppa... —susurró, tambaleándose ligeramente sobre la acera— Si no te hubiera insistido para que me recogieras ese día...

Los gritos desesperados de su padre a través del teléfono mientras le contaba lo sucedido regresaron a su memoria.

— ¿Aún estarías vivo? —concluyó su pregunta, con un profundo dolor en el pecho.

Sabía que su padre la culpaba e ignoraba, aunque él fingiera que no lo hacía y que todo estaba bien entre ambos; lo mismo con sus compañeros de la escuela y algunos de sus familiares. También estaba consciente de que nunca podría perdonarse a sí misma, ni que tampoco podría cargar con la ausencia de la persona más importante en su vida. Tenía solo dieciséis años y seguro muchos pensarían que estaba exagerando, pero la realidad era diferente y ella se encontraba completamente destrozada y sin motivación alguna para seguir respirando. 

A lo lejos vio un auto pequeño correr a toda velocidad, cada vez más cerca de donde estaba.

Y en un arranque de furia contra sí misma, retrocedió algunos pasos para tomar impulso y correr hacia el auto.  Esa era la única oportunidad que tenía para hacer que sus pensamientos negativos desaparecieran al menos por un segundo.

Algunas dudas empezaron a surgir ante lo que estaba a punto de hacer.

"¿Realmente voy a morir de esta manera?  Tal vez... esta no es la salida...tal vez aún hay esperanza para mí."

La confusión puso en conflicto sus pensamientos mientras tomaba una respiración profunda.

"O quizás no exista esperanza alguna y todo siga igual."

No quería seguir pensando, no quería seguir luchando, no quería sufrir más. Tomó impulso y se echó a correr hacia el auto para acabar con su existencia de una vez por todas, pero antes de que pudiera llegar más lejos...

— ¡¿Qué crees que estás haciendo?!

Alguien la empujó hacia atrás con fuerza, evitando que saliera a la autopista y logrando que ambos cayeran en la dura y fría acera. Haerin forcejeó con la persona que la había empujado, estaba furiosa y no podía ver quién era porque tenía los ojos llenos de lágrimas.

time.   [daerin] auWhere stories live. Discover now