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Ese mismo día, al rededor de las cinco de la tarde...


Jungwon decía que no soportaba la ciudad. Era asfixiante y estresante, repleta de personas que otorgaban miradas indiscretas y apretones de manos mientras te juzgaban en silencio fingiendo ser amables, además era peligrosa en diferentes aspectos y no podías vivir tranquilo. Desde que Haerin tenía memoria, la ciudad había sido el lugar del que Jungwon quería escapar sin mirar atrás. Haerin nunca estuvo de acuerdo con esta posición, de hecho, solía decirle a su hermano mayor que estaba loco, que la ciudad era un lugar llena de oportunidades, lugares y personas interesantes por conocer. Amaba mucho el lugar donde estaba, incluso podía imaginar su futuro en ese lugar.

Haerin amaba la ciudad hasta que perdió a Jungwon.

Desde entonces todo le daba igual, porque nada podría devolverle a su hermano. Jungwon se había ido y no importaba lo que la menor diga o haga, él jamás volvería.

Y cuando Haerin cayó en cuenta que la ausencia de su hermano mayor sería eterna, que era real, que ya no volvería a escuchar su voz, ni sus regaños, ni sus consejos, ni su risa... que no volvería a saber de él, ni volverían a pelear, abrazarse o llorar juntos o tan siquiera a conversar. Lloró como si fuera una niña pequeña perdida, porque nunca nadie está preparado para saber que alguien que amas ha muerto, especialmente si crees que fue por culpa tuya. Incluso si intentaba refugiarse en los recuerdos para calmar su deprimido ser, no eran más que sólo eso... imágenes en su mente que no podría volver a sentir en la realidad.

La ciudad le recordaba la perdida de alguien que amas; sin embargo, cuando estaba con Danielle la ciudad parecía volver a ser hermosa.

Ambas habían caminado hacia una zona comercial llena de edificios gigantescos. La menor había preguntado varias veces a dónde lo estaba llevando, pero Danielle solo le decía que era una sorpresa y que tuviera paciencia.

La pelicafé no pudo evitar sacar sus propias conclusiones, así que supuso que Danielle la haría entrar a alguno de los cientos de establecimientos y tiendas que habían alrededor de la zona, lo cual no le parecía tan malo.

Pero Haerin estaba muy equivocada...

Danielle se detuvo abruptamente en medio de la calle, tomando de la mano a la pelicafé para que también parara. Miró fijamente a los ojos de Haerin, sonriente y emocionada, cuando la de ojos afilados le correspondió el gesto fue que pronunció las siguientes palabras:

— ¿Ves ese edificio de allá? —señaló un gran edificio, de al menos cuarenta pisos, que se encontraba a unas dos cuadras de donde se encontraban. Haerin asintió con lentitud, ansiosa por la respuesta de Danielle—¡Iremos a la azotea!

La felicidad de Danielle contrastaba con la incredulidad de Haerin.

— ¡¿Vamos a subir allá?! —interrogó Kang en estado de shock.

— ¿Acaso le tienes miedo a las alturas?

Haerin no lo sabía, nunca había estado en un lugar tan alto en sus dieciséis años de vida. Aún así, debía de admitir que ver aquel imponente edificio desde abajo y saber que estaría en lo más alto sí le causaba temor.

— ¿Cómo llegaremos allá? —evadió la pregunta de la castaña con otra pregunta.

— No te preocupes por eso, yo tengo mis trucos. —explicó Danielle con simpleza, guiñando un ojo hacia aa pelicafé— Te prometo que será divertido.

— ¿No podemos hacer algo más simple? No sé, ir al cine o a un restaurante...

— ¿Tienes miedo, Haerin? —el tono de voz de la de cabello ondulado denotaba preocupación.

time.   [daerin] auWhere stories live. Discover now