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Esa misma noche, en otro lado de la ciudad...



Le dio un nuevo mordisco a la tarta de chocolate y la saboreó con gusto, claro no sin antes quitarle cuidadosamente la bolsita de papel donde estaba acomodada.

Nunca había probado un postre tan bueno como aquel.

— Te dije que te iba a gustar. —comentó Minji con orgullo— Ese es el mejor lugar para degustar algo dulce, el ambiente de la cafetería también es bonito... lástima que tuvimos que ordenarlo para llevar.

Y pensar que en un principio la joven Pham había negado rotundamente la invitación de la mayor para comer algo de paso, hasta que finalmente Minji terminó por convencerla y vaya que había sido un gran acierto.

Hanni tenía que darle la razón a su acompañante, realmente sentía fuegos artificiales en su boca con cada mordisco. Aunque quizás se debía al creciente apetito que estaba teniendo recientemente, lo cual era, en parte, algo positivo ya que los últimos meses casi no había comido y por lo tanto su peso había disminuido muchísimo. Incluso tuvo que ir a consulta por eso.

— ¿Tú no vas a comer el tuyo? —interrogó Hanni al darse cuenta que la mayor aún no había sacado su postre de la bolsita de papel que sostenía.

— Lo estaba guardando para el partido, pero puedo dártelo si quieres. —ofreció Minji con amabilidad.

La pelinegra negó con la cabeza y sintió un fuerte calor en sus mejillas. No quería que la mayor pensara que era una glotóna o una irrespetuosa.

— No, no, no, preguntaba sólo porque no te veía comer. —aclaró avergonzada, ocultando su rostro con una de sus manos.

Minji rió por lo tierna que se veía la menor. La había visto tímida en otras ocasiones, pero esta vez se sentía diferente...

Desde que se encontraron hace media hora en la entrada de la escuela, habían conversado de temas variados como el clima, gustos y pasatiempos de ambos. La verdad es que tenían muy pocas cosas en común, pero eso no era un inconveniente, es más, volvía la conversación mucho más interesante.

— No te preocupes, comeré después.

— ¿Cuánto falta para llegar a la escuela de tu amiga? —preguntó la más baja, intentando cambiar de tema lo antes posible— ¿Está muy lejos?

— No, solo falta una cuadra para llegar. —aseguró, al tiempo que revisaba su celular para ver la hora— Es temprano, podremos encontrar buenos lugares.

Hanni sonrió. Aunque no lo dijera directamente, le estaba resultando agradable la improvisada salida que estaba teniendo con Minji.

— ¿Ustedes se conocen desde hace mucho?

— Sí, desde que eramos niñas. Nuestras madres son mejores amigas y nos llevaban a todos sus encuentros, crecimos juntas y por eso somos cercanas ahora aunque no vayamos a la misma escuela. —explicó la mayor— Su equipo derrotó al equipo de nuestra escuela hace dos semanas y mírame, aún así estoy yendo a darle apoyo.

— Vaya, eso es lindo y traicionero al mismo tiempo. Estoy segura que al entrenador Wang le daría un infarto si se entera que su capitana está yendo a animar a la competencia.

— Sí, por eso mismo no le vas a decir.

Hanni soltó una pequeña risa y negó con la cabeza antes de volver a probar su comida.

Minji hizo una mueca al recordar a su entrenador; aún se sentía culpable por la derrota de su equipo.

Ella era la capitana y no supo guiarlas adecuadamente, estuvo muy distraída porque se le habían juntado muchas cosas en su mente: examenes, proyectos, pendientes en casa, su labor como presidenta de la clase, decidir la universidad a la que iría, el volleyball y Pham Hanni...

time.   [daerin] auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora