8. Acercamiento

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—¿De verdad las tsahík tienen que curar a todos?

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—¿De verdad las tsahík tienen que curar a todos?

—Eso intentamos —le di una mirada a mi madre, quien tenía una leve sonrisa ante el interés de la pequeña Tuk—. Junto con la ayuda de Eywa debemos mantener a salvo a nuestro pueblo. Ayudamos a nuestros hermanos Na'vi a llegar a este mundo, al igual que a abandonarlo. Es un ciclo.

—No lo entiendo. ¿Por qué tenemos que irnos? ¿Por qué no podemos quedarnos para siempre? —La pequeña se cruzó de brazos y ambas, madre e hija, reímos ante su comportamiento.

Agarré a la pequeña Tuk y la senté sobre mis piernas cruzadas.

Por el rabillo del ojo vi a mi madre mirarme con curiosidad, esperando mis palabras.

—Verás, Tuk, toda la energía que tomamos es un préstamo, que algún día hay que devolver —se hizo un silencio, ya que ambas se había parado para oír mis palabras—. Una vida se va, y otra nueva aparece.

—¿Por qué? ¿Qué conexión hay? —La curiosidad en Tuk crecía y eso me daba ternura.

—El sentido del agua... Eywa. Son todo una misma cosa, como un rió sin final que lo conecta todo, que nos conecta a la Gran Madre. El sentido del agua conecta todas las cosas, desde antes de nacer hasta después de nuestra muerte.

—Wow... Eywa es súper poderosa —exclamó emocionada.

Mi madre y yo sonreímos enternecidas ante la escena.

—Pero no más poderosa que yo, renacuaja.

Neteyam apareció por la puerta y se acercó a Tuk, quien saltó al verle.

—¡Neteyam! 

La pequeña corrió hasta su hermano quien la recibió con los brazos abiertos. 

Ante su presencia, mi madre recobró su compostura seria mientras yo solo sonreía más. Si la actitud de la niña antes me parecía tierna, verla con su hermano mayor era algo aún más bonito de presenciar. Sin duda, lo que más destacaba en la familia Sully era el amor y aprecio que se tenían. Habían pasado tantas cosas que eso los había vuelto más unidos que cualquier otra familia.

Tuk jugaba con las trenzas del pelo de Neteyam mientras este fingía que no podía librarse de ella. En un momento, su mirada se conectó con la mía y ambos nos sonreímos. Realmente agradecía a la Gran Madre por traerlos hasta nuestro pueblo, su presencia iluminaba el ambiente.

—Vamos, Tuk, saldremos de excursión —dirigió de nuevo su atención a la niña y me giré para buscar la aprobación de mi madre. Quería ir con ellos.

Ella bajó la mirada un momento pero después aceptó, permitiéndome ir con ellos.

Tuk salió corriendo hacia la orilla y Neteyam esperó hasta que yo saliera. 

—¿A donde vamos? —Salí con él a mi lado y comenzamos a andar hacia la orilla.

—Han mencionado algo de un árbol de los espíritus. Pero no se lo digas a Tuk, es una sorpresa —me guiñó un ojo.

Skawng // NeteyamWhere stories live. Discover now