23. Caos y miedo

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—Cabeza arriba, postura firme, mirada inexpresiva

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—Cabeza arriba, postura firme, mirada inexpresiva.

Acaté cada una de las órdenes que iba recibiendo de mi madre mientras rodaba los ojos con molestia. Mi cola se agitaba de un lado a otro por la incomodidad de lo que me estaban pidiendo que hiciera; me sentía como un palo.

—Cola quieta, Ngayä —mi madre gruñó y le dio un manotazo a esta para que se detuviera.

Un bufido se escapó de mi garganta por sus innumerables objeciones. Todo eso de la postura me parecía tan incomodo como molesto, pero para mi madre era algo muy importante como tsahík; un modo de hacerse respetar y verse más intimidante. A menudo me preguntaba si el día en el que me convirtiera en tsahík podría llegar a estar a la altura. Ronal podía ser estricta, pero era un tsahík muy respetada por todos los clanes; dura e imponente, casi la mismísima perfección.

—Algún día, nuestro pueblo te pedirá que des más de lo tienes y para ello deberás aprender; entrenar duro —agarró mis hombros y me obligó a sentarme en el suelo para ella ponerse de rodillas a mi lado, comenzando a alisar con las manos mi pelo para que estuviera en condiciones—. Ser tsahík no es un título, es un desafío continuo a la lógica. Solo nosotras podemos hacer lo que es necesario que se haga, Ngayä. Nuestro pueblo nos necesita, vivimos por y para él.

Agaché un poco las orejas y mi mirada se movió con tristeza de un lado a otro.

—¿Por qué me cuentas esto? ¿Por qué ahora?

Me giré en su dirección, mirándola entre triste y confusa. Su mirada era como la de siempre, pero esa vez había una pizca de pena y compasión en sus ojos.

—Porque tus decisiones no solo te afectan a ti, también a tu familia y a tu pueblo. Ser tsahík también significa dejarlo todo para servir a la Gran Madre; aunque eso signifique renunciar a lo que nuestro corazón más desea...

Sabía lo que su mirada inquisitiva significaba; sus sospechas estaban comenzando a afianzarse, algo en ella le gritaba por dentro que entre Neteyam y yo había algo más que una buena amistad.

—Sé donde está mi lugar, y donde reside mi lealtad —mi mirada neutra se unió con la suya desafiante y ambas mantuvimos una guerra de miradas; buscando que la otra fallara antes.

—Eso espero, Ngayä. Solo espero que sepas que tus decisiones también marcan tu futuro y el de tu familia... No lo olvides.

Estaba muy segura de mis pensamientos y mis decisiones, sabía que tenía el control sobre mi vida y gracias a ello me sentía más segura que nunca.

Inesperadamente, Aonung llegó corriendo hasta nosotras y recuperó su respiración antes de hablar. Parecía agitado y nervioso, lo que me hizo ponerme alerta.

—Han atacado una aldea, no queda nada de ella...

Ambas nos miramos a los ojos, alarmadas, y sin dudarlo nos levantamos para salir del lugar. Nuestra madre salió más rápido, seguida de cerca por Aonung, buscando desesperadamente a su pareja para que le explicara a que se debía la alarma.

Skawng // NeteyamWhere stories live. Discover now