Uno de los salones de práctica estaba ocupado por Lorenzo Guevara, un alumno de quinto año, y Gabo Moreti, un alumno de cuarto. Lorenzo quería graduarse con honores, y obtener todos los logros que el catálogo del prestigioso Instituto de Artes y Hechizeria (IAH) ofrecía.
Lorenzo puso los ojos en blanco. Ya le había explicado centenas de veces la manera correcta de escribir un hechizo, pero Gabo lo escribía mal una y otra vez. Si no era un error con el género, se equivocaba en la ortografía de alguna palabra o en la conjunción correcta del verbo.
—Así no está bien escrito. Para pasar a tercer año, tuviste que tener notas aprobatorias en cada materia, y en tercero cursaste Latín I.
Gabo se encogió de hombros, avergonzado. Sus notas no eran impresionantes como el chico a su lado, pero no eran tan horribles como las de Lucas. Pero, el latín no era su fuerte. Gabo asintió y vio que Lorenzo gruñó.
Gabo pensó que si Lorenzo volvía a rodar los ojos, sus cuencas se volverían blancas. Sin embargo, los dos se necesitaban, así que, Lorenzo seguiría rodando sus ojos y Gabo seguiría guardando sus suspiros. Lorenzo se embarcó de nuevo en una explicación clara y sin términos inentendibles.—¿Entendiste?— Lorenzo ya había terminado de explicar.
Gabo no era estúpido. Y sí, no era un genio como el cuarteto de iluminados conformado por Martina, Lorenzo, Valentino y Martín. Cuando se enteró que Lorenzo estaba dispuesto a dar tutorías, fue uno de los primeros en hacer una solicitud. Esa era apenas la segunda sesión de ocho. Lorenzo le había aclarado bastantes dudas, y le habían surgido otras que no eran académicas. Lorenzo era como una estrella en el IAH, no solo reconocido por su linaje, lo que empalidecía en contraste a sus habilidades. Su porte severo en comparación al tono suave de su voz, hacían que Gabo perdiera el hilo. Lo había visto caminar por los largos pasillos del instituto, y él parecía inalcanzable, y tenerlo en frente, era una experiencia alucinante En conclusión, Gabo no era estúpido, pero estando en presencia de Lorenzo, su atención saltaba de las explicaciones a las expresiones de concentración de Lorenzo.
—Sí— Gabo respondió, aunque no era verdad. Su mente divagó en cuanto Lorenzo comenzó a hablar de afijos y prefijos.
—Escríbelo de nuevo.
Gabo obedeció. Se tardó unos minutos. Antes de mostrárselo a Lorenzo, decidió repasarlo. Lo musitó. Lorenzo estaba escribiendo en la bitácora que debía entregar en la dirección al finalizar la tutoría. De repente, una nube de humo lo envolvió.
—¡¿Qué carajos hiciste, Moreti?!— Lorenzo exclamó, colérico.
Gabo no sabía qué había pasado. El humo se disipó rápido, y por la reacción de Lorenzo, había un cambio en su persona. Pero, no era el único cambio. Gabo sintió la ola de un calor sofocante envolver su cuerpo y su mente se nubló. Una urgencia de ser llenado vino de un origen desconocido. Se enfocó en Lorenzo, aún sorprendido, y el calor dentro de su cuerpo incrementó. Tenía un deseo inconmensurable de que cada centímetro de su piel estuviese en contacto con la de Lorenzo.
—Miau— Gabo maulló.
Lorenzo unió las cejas. ¿Qué carajos estaba sucediendo? Las orejas que habían surgido en la cabeza de Gabo demostraban que lo que había ocurrido se debía al hechizo mal escrito. Gabo debía aparecer a un gato, pero se combinó con uno. Gabo estaba tan cerca, restregando su cabeza en su pecho y su mirada quería conllevar un mensaje que Lorenzo no quería comprender, porque algo en Gabo no estaba bien.
—Miau— Gabo emitió el sonido de nuevo, sus ojos estaban entreabiertos y estaba seguro que lo escuchó jadear.
A cada segundo, la situación se volvía extraña. Para su tamaño, Gabo era fuerte. Él lo estaba acorralando en la pared, y fue en ese momento que Lorenzo se percató de la cola moviéndose de un lado a otro. Sintió la humedad en su cuello, y eso fue un rayo de alumbramiento. Gabo había escrito tan mal el hechizo, que se combinó con una hembra en celo. El único capaz de revertirlo, sería el profesor Olson. Lorenzo no podía decodificar el hechizo, y mantener a raya a Gabo, y tampoco podía dejarlo solo. Le envió un mensaje a Valentino, pidiendo que trajera al profesor.
—Ey, ey, Moreti, cálmate— Lorenzo se cubrió los ojos, pues Gabo le estaba mostrando el trasero.
Después de esto, Lorenzo no podría mirar a Gabo a los ojos.
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La tensión era palpable. Gabo no había hablado, solo asentía o negaba. Al finalizar la tutoría, Gabo levantó su rostro pero no lo miró a la cara.
—Gracias por salvarme.
Lorenzo sonrió de lado. Asintió. No hablaría más al respecto porque sabía lo avergonzado que Gabo estaba. Además, era una experiencia que nunca le haría olvidar a Gabo la gramática básica del latín. Y, por supuesto, el hecho que Gabo había sonado lindo cuando maullaba, solo sería de su dominio.
*Gracias por leer ʕ´•ᴥ•'ʔ
¡¡Feliz año nuevo!!
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Historias cortas y otras no tan cortas
FanfictionDrabbles/oneshots de diferentes parejas.