* si no se han dado cuenta, me inspira mucho la música, y este en especial nació después de escuchar como diez veces la canción de Selena, "el chico del apartamento 512". Lo escribí anoche porque no podía dormir.
"Warm and fuzzy"
Gabo subrayó la frase en la hoja. Sacó el diccionario de su mochila y se dispuso a buscar las dos palabras. Leyó el significado y pensó que, justamente, era así como el chico del apartamento 109 lo hacía sentir. Sonrió, de oreja a oreja, recordando que lo había visto por la mañana. Regresaba del gimnasio y su cabello seguía mojado. Gabo no lo había visto así, con sus rulos libres del gel. Se ocultó detrás de la planta, y lo observó entrar a su casa. Cuando regresó de la escuela, esperaba verlo en el pasillo, pero no corrió con suerte.
Gabo encendió la computadora, o el dinosaurio, como a él le gustaba llamarlo. Su madre le prometió que muy pronto le compraría un ordenador moderno, pero Gabo no estaba de acuerdo. Mientras el dinosaurio fuera funcional, no habría necesidad de cambiarlo. Podrían utilizar el dinero en algo realmente necesario, como cambiar el color de la pintura o para un enganche de un auto, así su madre y abuela tendrían transporte, y Gabo no se preocuparía demasiado por las dos mujeres más importantes de su vida cuando viajaran en el transporte público. El ventilador de la PC comenzó a sonar. Tardaría unos minutos en cargarse. Justo en el momento en el que Gabo iba a abrir el documento en blanco, el monitor se volvió negro.
—No podés fallarme ahora, Dino.
Intentó apretar el botón de encendido múltiples veces. No hubo reacción. Gabo se rascó la nuca. Tendría que comenzar a hacer la tarea en el instituto y perder la oportunidad de ver al chico del 109.
—¡Gabo, vení!
Salió de sus pensamientos y respondió al llamado de su mamá. Ella, cruzada de brazos, chasqueó la lengua.
—He estado trabajando como un perro para así descansar, y mientras veo la novela que jamás he podido terminar, sucede esto. Un apagón— Diana negó— ¿Podés preguntar a los vecinos si ellos tienen luz? Quizá solo sea mi suerte de que este hogar se esté cayendo.
Gabo asintió. Salió antes de que su mamá comenzara con las maldiciones. Su abuela le tapaba los oídos cuando eso sucedía, pero Gabo tenía en su disco duro peores improperios. Esa era una de las ventajas de tener a dos amigos de países y culturas diferentes. Su arsenal era colorido.
Al salir, al mismo tiempo que él, el chico que era dueño de sus sentimientos, también salió de su casa. Gabo reconoció la playera de Soda Stereo, y pensó: 'Debería acercarme, iniciar la conversación. La música une'. Entonces, sus pies se movieron por si solos, y de pronto, estaba frente a ojos cafés penetrantes y una sonrisa entre burlona y suave. Fue una mala idea, iba a desmayarse.
—Ey, tú eres el chico que me observa y cree que no lo sé.
La boca de Gabo se quedó congelada y su cerebro entró en reposo. Él juraba que era discreto, o en realidad no entendía la correcta definición, porque el chico del 109 lo había descubierto.
Gabo no dijo nada, se quedó en silencio. Su lengua había perdido una de sus principales funciones, hablar.
—Yo soy Lorenzo.
Era obvio que Lorenzo estaba siendo amable, pero Gabo todavía no podía salir del hoyo de la vergüenza. Se retiró, sus mejillas tan rojas como la lava. Cerró la puerta, y su mamá lo miró, esperando respuesta.
—¿Tienen luz?
Y Gabo pensó, la sonrisa de Lorenzo contaba como luz, ¿no? Porque era radiante.
*Gracias por leer (✿^‿^)
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Historias cortas y otras no tan cortas
FanfictionDrabbles/oneshots de diferentes parejas.