K!Quackity x tú || 𝐓𝐡𝐞 𝐂𝐡𝐨𝐬𝐞𝐧 𝐎𝐧𝐞

IV. 𝐹𝒊𝒆𝒔𝒕𝒂

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- IV -

❝【𝐹𝒊𝒆𝒔𝒕𝒂】❞

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El camino a casa de Vegetta no fue tan largo como esperaba desde el pueblo. Aparte, lo difícil no era llegar, lo difícil era entrar.

Tenía demasiada seguridad para poder entrar a su casa que estaba en lo alto de una montaña. Primero teníamos que trepar unas lianas, y luego teníamos que pararnos en un lugar en específico para poder teletransportamos hasta su puerta.

— Escuchadme, chicos. — pidió Vegetta antes que cualquiera pudiera entrar. — No vamos a entrar a mi casa a festejar, lo haremos aquí afuera.

Tan rápido como lo dijo, tan rápido como salieron las protestas en contra de su decisión.

— ¡No! Vegetta, la niña seguro quiere dentro de la casa, donde no pase frío.

— ¿Acaso quieres que la niña se muera de frío?

— ¡Es la invitada de honor! ¿Cómo vas a sacarla afuera en donde hay monstruos?

Eran varios comentarios que decían. Por mi parte, realmente no me importaba si era dentro o fuera la fiesta.

— Callaos, y dejad que la niña escoja. — ordenó Vegetta, mirándome con ojos agotados. — ¿Dónde quieres que sea tu fiesta de bienvenida?

Me compadecía de Vegetta. No quería molestarlo el doble con una fiesta que, para empezar, no se la pedí, pero que aún así aceptó hacer por presión social.

— No te preocupes, afuera esta bien.

Vegetta dejo salir aire por alivio de escuchar mis palabras. Los otros héroes no estaban muy conformes, pero en cuanto vieron la comida y bebida, se les olvidó.

[...]

Todos estábamos en una mesa rectangular larga, yo decidí sentarme a lado de Quackity, siendo el héroe con el que más tiempo he convivido.

A mi lado se sentó Luzu, y en frente, para mi desgracia, Rubius. El cual de vez en cuando me miraba con los ojos entre cerrados, como si en cualquier momento los fuera a asesinar o algo por el estilo.

— ¿Te vas a comer eso?

Miré a Quackity, él era el que me lo había preguntado. Ambos vimos mi plato, el cuál contenía un pedazo de pan con mermelada que había dejado intacto.

— No... — lo tomé y lo miré. — ¿Lo quieres?

— Sí.

Me reí y se lo deje en su plato. El chico tomó el pan y se lo llevó detrás de su máscara. No lo podía ver, pero estaba comiéndolo.

Me puse a pensar por qué no quería que viéramos su rostro. ¿Será feo?

— ¿Te gusto o qué pedo? — soltó muy directa la pregunta.

Mis mejillas se sonrojaron por la pregunta. No porque me gustara, si no porque no sabía como responder.

— ¿P-por qué dices eso?