K!Quackity x tú || 𝐓𝐡𝐞 𝐂𝐡𝐨𝐬𝐞𝐧 𝐎𝐧𝐞

XIV. 𝑴á𝒔𝒄𝒂𝒓𝒂

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- XIV-

❝【 𝑴á𝒔𝒄𝒂𝒓𝒂 】❞

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Las manecillas del reloj sonaban cada segundo en la sala de espera y era lo único que se podía escuchar. La silla en donde estaba sentada se hacía más incomoda con el paso del tiempo, y la mayoría de mis pensamientos eran adueñados por una persona; Quackity.

Desde que lo encontré inconsciente, pensé que desapareciera y regresaría como una muerte "Normal" en Karmaland. Al menos lo he visto morir varias veces y que regrese como un fantasma. Espere y espere, pero su cuerpo seguía ahí y él no parecía despertar.

Es por eso que lo llevé al hospital, y es por eso que llevo esperando toda la noche a que me digan algo, una noticia de esperanza.

— ¿Ya sabes algo? — me asustó Luzu, quien se sentó a lado mío y me extendió un vaso con café.

Lo acepté con una media sonrisa, luego negué cabizbaja. Los doctores y enfermeras desaparecieron en cuanto Quackity cruzó la puerta de emergencias, después no vi na nadie más pasar, si no, ya hubiera preguntado.

— Descuida, él es fuerte. No se dará por vencido. — apoyó Luzu. — Tú... ¿no sabes qué le pudo haber pasado?

— No, llegué de la biblioteca y él ya estaba así. — expliqué. — No entiendo que le pudo haber pasado...

El tintineo parecido como al de una campana me hizo mirar hacía las puertas que se abrieron. Era el ruido que alertaba que alguien había entrado o salido. Esta vez, alguien había entrado, Rubius.

— ¿Es cierto que mi patito murió? — preguntó Rubius, asustado y temeroso, entrando al hospital con la cara pálida.

— No... creo. — respondí.

Rubius entre cerró los ojos y me miró. Caminó con pasos largos hasta estar frente a mí y me levantó de la silla tomándome bruscamente del cuello de mi blusa.

Me asusté, solté un gritito de pánico por su reacción. Mis pies ni siquiera tocaban el suelo y estoy segura que no podría competir contra su fuerza.

— ¡Habla ya! ¿Qué le hiciste? — exigió Rubius, gritándome con enojo. — ¡¿Lo mataste?!

— ¡Ey! ¡Rubius! — exclamó Luzu, parándose de su silla para encararlo. — ¡Déjala!

— ¡No la voy a dejar hasta que me diga por qué lo mató! — gruñó, zarandeándome en al aire. — Habla, o te haré hablar.

— ¡Ju-juro que no hice nada! — respondí aterrorizada y presa del pánico. — Yo fui quien lo trajo aquí cuando lo vio en ese estado, solo quería ayudarlo, ¡lo juro!

— Ya la oíste. — habló Luzu, sacando una navaja de forma sutil, pero amenazadoramente. Estiró su mano hasta ponerla a la altura del cuello del otro chico.  — Bájala, o le harás compañía a Quackity.

Rubius miró a Luzu con el ceño fruncido. Soltó un jadeo de frustración y me dejo caer al suelo sin ninguna pizca de simpatía.

Luzu guardó la navaja en cuanto caí para ayudarme a pararme. Acepté su ayuda tomándole de la mano.