K!Quackity x tú || 𝐓𝐡𝐞 𝐂𝐡𝐨𝐬𝐞𝐧 𝐎𝐧𝐞

XIII. 𝑶𝒓𝒊𝒈𝒆𝒏

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- XIII -

❝【 𝑶𝒓𝒊𝒈𝒆𝒏 】❞

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Quackity:

Cada día que pasa estoy más cerca de acabar mi casita.

Es broma. No he terminado ni menos de la mitad de lo que quería que fuera mi casa. No es mi culpa, cómo puede ser mi culpa si estoy bien cómodo en la casa de ______.

Tal vez me estoy haciendo medio mantenido, pero es lindo despertar, hacer el desayuno con ______, platicar, hacer varias bromas y después salir a picar diamantes o a hacer algunas misiones.

Es una rutina que me encantaría repetir y repetir hasta el final de mis días. Me gusta estar con ella.

— ¡No, Zorrito! ¡Esa es la ropa de Quackity, no tu cama!

Con ______, no con su puto zorro que le di y que usa mi ropa como una cama.

— ¿¡Otra vez el pinche zorro¡? — grité desde mi cuarto. _____ había exclamado lo suficientemente fuerte para que la escuchara desde arriba.

Bajé corriendo los escalones con una aura de furia. Estaba decidido que ese zorro se iba hoy y no sé, después le regalo otra cosa que no sea tan fastidioso. Como una hormiga.

Busqué con la mirada a ______ y a zorrito, pero no vi a ninguno de los dos. Caminé con lentitud hasta la cocina y tampoco estaban ahí. Mi enojo había disminuido, y en su lugar, comencé a sentir inquietud y algo de pánico al no encontrarlos, pero haberlos escuchado a la perfección.

Cuando iba a darme media vuelta para buscarlos en otro lado, ______ apareció justo en frente de mí, sacando un pinche susto que casi hace morirme.

— ¡Chinga tu madre! — exclamé, haciéndome bolita con mis manos. — ¡No mames!

_____, de estar riendo por asustarme, se calló.

— No tengo mamá. — dijo, ladeando un poco su cabeza en confusión. — O tal vez sí, quien sabe.

— Es una expresión, tranquila. — dije estando más relajado, aunque seguía con mi respiración algo agitada. — Te estaba buscando... bueno, a tu zorro mas bien.

— ¡Ah, sí! — sonrió, recogiendo algo del piso lo elevó. Con un brazo cargaba a su zorro, pero con el otro cargaba un pequeño pastelito. — Te lo hicimos zorrito y yo.

Me fue inevitable curvear mis labios en una sonrisa. Era un detalle que me hizo sentir como... como un torbellino en mi, o no sé, seguramente fue el lonche de jamón que me comí ayer.

— ¿Por qué para mí? — pregunté sin dejar de sonreír, recibiendo el pastel.

— ¡Porque hoy es nuestro aniversario! — celebró.

Mis mejillas se tornaron rojas que estoy seguro que la máscara no podía ocultar mi color. Tosí al atragantarme con mi propia saliva, y aunque ella no lo viera, abrí mis ojos con perplejidad.

— ¿A-aniversario? — tartamudee. — Pero, tú...em.. yo-

— ¡Sí! — volvió a asentir felizmente. — Hoy cumplimos tres meses desde que te viniste a vivir conmigo, ¡felicidades!