K!Quackity x tú || 𝐓𝐡𝐞 𝐂𝐡𝐨𝐬𝐞𝐧 𝐎𝐧𝐞

IX. 𝑻𝒉𝒆 𝒄𝒉𝒊𝒍𝒅

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❝【 𝑻𝒉𝒆 𝒄𝒉𝒊𝒍𝒅 】❞

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Seguí revolviendo el pocillo con el cucharón de madera que tenía. Ya tenía listo mi desayuno, pero quería preparar un té para acompañarlo, por eso mismo hervía el agua.

Después de unos minutos, apagué la flama del pocillo para poder dejar que se enfriara antes de servirme mi bebida. Saqué mis cubiertos y los puse en mi mesita de madera.

Después de ayudar a las víctimas del incendio, todo el día estaba sola en mi casa, sintiendo un gran vacío por no tener a nadie con quien pudiera platica o reírme.

Elevé mi mirada a la ventana que tenía arriba de mi para apreciar el sol asomándose en lo alto del cielo y la bajé un poquito más para ver como Quackity se aproximaba corriendo hacía mi casa.

— ¿Y este? — murmuré.

No esperaba visitas, y mucho menos que esa visita viniera corriendo como si lo estuvieran persiguiendo o estuviera persiguiendo a alguien.

Corrí hacía la puerta de mi casa para abrir la puerta, en cuanto la abrí entró algo que no pude apreciar con exactitud.

Parpadeé varias veces en estado de perplejidad, e intenté buscarlo con mis ojos alrededor, pero la cosa estaba escondiéndose.

— ¡_____! — me llamó Quackity, entrando sin pedir permiso a mi casa.

Se quedó un tiempo recargado en una de las paredes, intentando volver a tomar oxígeno. Parecía que venía corriendo desde una gran distancia.

— Quackity, hola... — lo saludé mirándolo con extrañeza, tenía muchas dudas. — Em, ¿a qué debo esta sorpresa?

— El pinche... el escuincle ... — decía sin aliento. — ¡Titi!

Giré sobre mi hombro, solo para ver como Titi saltaba detrás de mí y se posicionaba sobre mi cabeza.

Me esforcé por no gritar y no moverme para que Quackity pudiera tomar al pequeño niño que estaba sobre mi cabeza.

— Titi, hay que llevarte con tu mamá. — más que orden parecía suplica. — Baja de la cabeza de _____.

Lentamente se fue acercando hacía mí con sus brazos estirados para en cualquier momento poder tomarlo.

— Du.

Levanté mis cejas con asombro en cuanto lo escuché. Mi mirada bajó a la de Quackity y me reí en su cara.

— Dice que no. — el chico parecía confundido por mis palabras.

— ¿Cómo es qué-

— Du.

— ¿Enserio? — miré hacía arriba, sorprendida por la palabras de Titi. — ¿Sigues enojado porque Quackity despreció unas de tus limas?

— Du.

Fruncí el ceño, viendo mal a el azabache, el cual solo me miraba expectante.

— Que grosero eres, Quackity. — negué desaprobatoria.