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De nuevo, en un lugar de soledad y tristeza, de agonía y desesperación se encontraba aquel joven de cabello rubio y constelaciones sobre su mejillas, teniendo estás el nombre de pecas.

Su cabeza reposaba levemente sobre sus brazos, mientras estos lo hacían en el marco de la ventana, le gustaba admirar el paisaje que se hallaba fuera de su casa. Sobre todo porque había llegado el otoño, amaba el color de las hojas y el ruido que hacían estas al ser pisadas.

Pero claro que el momento significativo para el chico no duraría demasiado, pues su vida se había convertido en una monotonía, en talvez unos veinte segundos la voz de su madre haría presencia en la casa y le diría que iba a salir al trabajo ya, que le pidiera lo que necesitara a June “la empleada” así la llamaba su madre.

Pero para el era algo más que una simple empleada, lo vio crecer y talvez estuvo más presente que su madre en toda su vida.

–¡Felix baja a desayunar! ¡Debo irme al trabajo, así que no quiero escuchar quejas de ti porfavor!

Podía escuchar sus gritos desde la planta baja de aquella casa.

Decidio bajar, observando algunos de los dibujos que aún el tiempo no borraban con totalidad, aquellos dibujos que había hecho cuando tenía diez, casi once años ya, esa vez su madre se enojo con el, recalcando que lo que había hecho era una demostración de inmadurez.

Lloro sobre el hombro de June ese día. Aunque aquella no era una mujer mayor, pues en ese entonces tenía unos veinte años, eran más reconfortantes sus abrazos que los de su propia madre.

–Buenos días June ¿Cómo estás el día de hoy?

–Muy bien joven Felix, espero que usted también lo este.

–Claro, mamá salió, así que talvez una mentira piadosa que decidamos contarle no le hará daño.

–Joven Felix ¿Que es lo que está tratando de decir?

–No tengo hambre, así que me iré a la preparatoria sin desayunar, sabes algo, talvez pueda llevarme una manzana para comer en el camino, las frutas son buenas para la salud, adiós June.

–¡Lee Felix! No podemos hacer eso, su madre se molestará.

Antes de seguir escuchando los reclamos de June, salió por la puerta de aquella casa, perfectamente podría tomar el transporte escolar, pero prefería caminar un poco y hacer ejercicio, que ir sentado a lado de un chico con aspecto desagradable y sudor escurriendo desde su frente hasta su cuello, amenazando con caer sobre Felix, definitivamente una escena la cual no quería que se volviera realidad.

De todas formas aquella institución no se encontraba demasiado lejos.

Pudo visualizar aquellas puertas color marrón y las escaleras que daban entrada a la guerra de puntajes, todos en aquel lugar sabían que tenían que sobresalir “siempre ser mejor que otros”.

Aquí en este mundo lleno de maldad e injusticia, solo sobrevivían los más fuertes, los débiles eran pisoteados por los antes mencionados, cuánta razón, pero vaya mierda.

–¡Felix, te extrañe demasiado!

Christopher recibió a su amigo con una abrazo gentil y lleno de cariño.

–Hola Chris.

–¿De nuevo estás sufriendo insomnio? Felix tu...

–No quiero hablar de eso.

–Malos días, ratas inmundas corriendo por los pasillos, y ese sudor, me causa demasiado asco.

–Buenos días también a ti Minho.

El arte de un dorado                                 amanecer Hyunlix Where stories live. Discover now