XVI

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El dolor que lograba sentir era algo desgarrador, leves moretones decoraban su cuerpo como si de una obra de arte bastante atroz se tratara, el color púrpura que machaba su piel era desagradable y algo doloroso para el.

La dificultad al no poder abrir de manera correcta sus ojos se hacía cada vez más grande, los sentia hinchados y mojados a la vez, su cabello al igual tapaba su vista y picaba su rostro.

Felix trataba de ponerse de pie, aunque era difícil de hacerlo, ya que no tenía ni la más mínima fuerza para poder mantenerse. Era como si toda la resistencia en sus piernas se hubiera esfumando en un segundo y lo dejara abandonado para no poder seguir su camino.

Al abrir completamente los párpados se dió cuenta de un lugar lleno de hojas que habían sido tiradas por las ramas de todos aquellos árboles que decoraban el lugar, el sol no era algo molesto está vez, los pocos rayos de luz que iluminaban su rostro empezaban a convertirse en algo bastante preciado para el.

Aquel viento leve hacia que algunos mechones de cabello comenzaran una danza portando la elegancia en cada movimiento que se empleaba.

Se levantó del suelo y camino lo más rápido que pudo, sentía que en cualquier momento podía caer rendido.

Sentía un ardor profundo como si de heridas graves por todo su ser se tratase, se sentía como si en cualquier momento se fuera a desangrar y caer probablemente muerto en presencia de toda aquella naturaleza y nadie nunca más supiera de el.

"Lo siento, pero he querido caer en un sueño profundo dónde no exista el dolor y solo la felicidad"

El camino se le hizo eterno pero a la vez no quería llegar y ver aquel lugar que solo le arrancaba gritos de dolor y un sufrimiento asfixiante.

Al llegar subió la escaleras de su tan amando y preciado hogar para después tomar la perilla de la puerta y empujar está con la poca fuerza que le quedaba en aquellos momentos.

No avanzo más, pues pudo ver a su padre sentando en uno de los sillones con la mirada perdida en el suelo, talvez era lo más interesante que pudo haber encontrado en aquella vida tan solitaria que comenzaba a sentir, puesto que su propósito en la vida se había esfumando en el aire.

Al escuchar el sonido de la puerta ser abierta volteo su cabeza para poder asegurarse de quién era, talvez era Daire que entraba para correrlo de su casa o simplemente para tomar las llaves e irse con Daniel.

Esperaba todo menos el volver a ver a Felix, no era un simple rumor que estaba escuchando, su Felix estaba ahí, justo enfrente suyo.

Ahí estaba, su hijo.

Había perdido tanto la esperanza que ni siquiera quiso levantarse del sillón en el cual se hallaba recostado, comenzaba a creer que era una de las alucinaciones por el exceso del alcohol que había estado consumiendo, siempre le había desagradado el amargo sabor de aquel, lo despreciaba con su vida y uno de sus temores era caer en la perdición de aquel líquido que para el solo era un desperdicio en la vida.

-Porfavor dime que está no es otra de las alucinaciones por la borrachera y que en verdad estás aquí.

Los ojos de Felix se llenaron de lágrimas al escuchar las palabras de su padre, los veía demacrado, pálido y con los labios secos, su cabello se encontraba hecho un desastre, el traje que con tanta elegancia llevaba siempre ahora solo era un simple conjunto más sin porte y educación, la corbata se encontraba mal colocada y hecha nudos, pues las ganas de vivir de aquel podían notarse en su compostura y apariencia física.

Felix se acercó a Jonathan y se hincó sobre la alfombra, ambas rodillas sobre aquel pedazo de tela suave y acolchonada eran colocadas con una extrema delicadeza.

El arte de un dorado                                 amanecer Hyunlix Where stories live. Discover now