Kim Yuna había nacido para triunfar, o eso era de lo que había estado convencida hasta que cumplió veintisiete y un test de embarazo barato le indicó que iba a convertirse en una madre soltera. Kim Yuna no era supersticiosa, no creyó en esa maldició...
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Como había previsto, el viaje de la compañía fue el infierno mismo para Taehyung. Para empezar, su abuelo lo miró con desaprobación en el instante en el que abordaron el avión, y él supo de inmediato que era porque había elegido la comodidad por sobre la elegancia, vistiendo un conjunto que podría o no ser un pijama. Él no había visto nada de malo en ello, porque desde su perspectiva no había necesidad de estar presentable en un vuelo que partía a las cinco de la mañana. Su abuelo no opinaba lo mismo, y no sabía si era una política de empresa que nadie se había molestado en avisarle, pero todos los empleados que los acompañaban, e incluso Jin, vestían camisas abotonadas hasta el cuello.
Bajo esas miradas glaciales, Taehyung supuso que el plan de desquiciar a su abuelo empezaría antes de lo previsto. Incluso sin proponérselo, hizo que su abuelo se pusiera furioso. Nadie podía culparlo de ello, antes del viaje tuvo los días más horribles del mundo y durmió muy poco, incluso cuando estuvo acomodado en su vuelo estuvo luchando por no mordisquearse las uñas en nerviosismo. Así que una vez que Jin y él estuvieron instalados en la misma habitación, mientras el chico leía papeles y anotaba cosas, Taehyung se tendió en la cama y se durmió arrullado por su presencia. Claro, él no contaba con que su primo saliese a caminar y a hacer compras por el lugar, y que lo dejase solo y sin alarmas para despertarse a tiempo. Terminó levantándose sobresaltado por el timbre específico y fúnebre que había escogido en su teléfono para las llamadas de su abuelo, y cuando observó la hora supo que estaba en problemas.
Eligió el traje más oscuro y simple, porque entendía que debía dar un paso a la vez y se esforzó por lucir decente en el menor tiempo posible. Casi lo logra, incluso esa colonia suave que se roció podría haberle dado un aura de impuntualidad refrescante e intencional. El único problema era la línea con relieve que atravesaba todo el largo de su mejilla y que delataba que una almohada la había hecho. La mirada que el hombre le dio hizo temblar a quienes se encontraban a un lado, él sin embargo tenía preparada la excusa perfecta.
—Estos días estuve trabajando muy duro en mi tesis, quiero que sea perfecta y esté a la altura de nuestra familia y esta empresa, así que no he dormido mucho. Esta siesta me tomó por sorpresa mientras revisaba fuentes de información —explicó con voz avergonzada pero firme, y todos exhalaron y asintieron en comprensión pura.
Taehyung se dio el lujo de regalarle una sonrisa triunfal y socarrona al viejo.
No solo las excentricidades que había planeado hicieron saltar la vena en la frente de su abuelo, su sola presencia comenzó a molestarle e intentó por todos los medios mantenerlo callado y en segundo plano. Al tercer día, cuando se dio el lujo de hacer una broma desenfada sobre las caídas en la bolsa, su abuelo terminó arrastrándolo hasta el baño para darle una reprimenda.
—Nadie te quiere allí, ya sé que lo vas a arruinar. Pero necesito mostrar que la empresa está comprometida con la modernización y que es una fuente de cambios positivos. Ni siquiera necesitas trabajar de verdad, porque sé que no puedes hacerlo bien. Solo necesito tu cara, y que aparentes que te interesa. Que por una vez en tu vida dejes de ser un error —el apretón en su antebrazo se intensificó antes de que lo soltase —Jamás debí consentir tanto a tu madre, esto es lo que me gano por eso —terminó farfullando mientras se arreglaba el traje y salía del lugar dejándolo estoico.
