Kim Yuna había nacido para triunfar, o eso era de lo que había estado convencida hasta que cumplió veintisiete y un test de embarazo barato le indicó que iba a convertirse en una madre soltera. Kim Yuna no era supersticiosa, no creyó en esa maldició...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ya era entrada la madrugada cuando su madre y él salieron por fin del estudio. A Taehyung todo el trajín de esos días y el colapso emocional se le notaba en la cara, el cuerpo y la postura; estaba destruido física y emocionalmente. Yuna no estaba mucho mejor que él. Su padrastro tuvo la amabilidad de prepararles té dulce y caliente para darles un poquito de alivio; se lo bebieron en silencio todavía mirándose e intentando entenderse.
Se instaló en la habitación de invitados, se metió en esa cama amplia que olía a algodón mullido, después de darse una ducha. Y aunque le resultó extraña y un poco incómoda, no tardó demasiado en dormirse.
Se despertó perdido, rodeado de una oscuridad desconocida. En esa habitación no entraba ni una pizca de luz a menos que así lo quisieras, las cortinas gruesas y costosas la engullían por completo. En ese momento lo agradeció, porque al poner su teléfono, que conservaba batería apenas, frente a su rostro fue consciente de un dolor punzante de cabeza y de la hinchazón en sus ojos. Iba a necesitar hielo, y un analgésico.
«¿Llegaste bien?» rezaba el primer mensaje que Jungkook le había enviado la noche anterior. «Intenta descansar, por favor» el segundo, que había sido enviado unas horas después del primero.
«Fue un desastre apenas llegar» le envió, y al instante de ser entregado un «en línea» apareció debajo del nombre del chico. «No peleé, pero no pudimos evitar que doliera. Supongo que es normal :(». «Estoy seguro de que voy a seguir llorando por un par de días, todavía tenemos cosas que decirnos» se sinceró.
«Hyungie :C»
«Lo siento»
«Te abrazaré apenas pueda verte»
«Sé que no es lo mismo, pero por lo menos es algo»
Es todo, Taehyung estuvo a punto de escribir, pero se contuvo, aunque sus dedos picaron.
Meditó por largos minutos por qué debería levantarse, pero al final encontró la voluntad necesaria en los gruñidos desesperados de su estómago.
Al entrar en la cocina se encontró con una escena de lo más inusual, tanto que no pudo evitar la risa descreída que se le escapó y que hizo que su madre y su padrastro se volteasen a verlo.
—Lo siento —dijo apretando los labios —Todavía no me acostumbro a esto. Todavía no puedo creer que hayas aprendido a utilizar un sartén sin incendiar nada.
—Uno puede aprender muchas cosas si tiene un buen maestro —Yuna dijo sonriéndole a su esposo.
Estaba de acuerdo, él era la prueba de eso. Ni su madre, ni nadie de su familia predicó con el ejemplo para Taehyung cuando era pequeño y mientras crecía, en las casas de todos había personal doméstico por lo que nadie nunca tuvo que encargarse de esas tareas banales que los hacían perder tiempo. Nunca hicieron pasteles caseros o galletas, nunca se ensució con harina, nunca tuvo que ordenar el uniforme de la escuela o acomodar su cama. Recuerda a la perfección esa vez en la que la cocinera se enfermó y no encontraron un reemplazo a tiempo, por tres días su madre pidió comida a sus restaurantes favoritos; pero en el cuarto decidió ponerse creativa. Fue un desastre, no llegaron a un incendio, pero sí experimentaron una nube de humo intensa que encendió las alarmas de todo el edificio y tuvieron que vivir por unos días en la casa de sus abuelos mientras el olor se iba e instalaban extintores.
